La 22ª Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos, firmada en 1951, impide que un presidente pueda tener más de dos mandatos consecutivos. Por ello, en 1960, Dwight Eisenhower, el general de las tropas aliadas en Europa que había dado el salto a la política, ganando contundentemente en 1952 y aumentando su margen de victoria en 1956, dejaría de ser presidente. El Partido Republicano nominó entonces como candidato, sin apenas oposición, al vicepresidente de los Estados Unidos Richard Nixon. Nixon tenía 47 años, y había sido una figura clave de la administración Eisenhower. Pese a que algunos candidatos menores se presentaron contra él en el proceso de primarias, el californiano consiguió sin problemas ser proclamado cabeza de lista en la formación conservadora, lanzándose a la conquista de la presidencia.
En el lado demócrata, la lucha por volver a la Casa Blanca ocho años después era encarnizada. El favorito para lograr la nominación y enfrentarse a Richard Nixon era el senador por Texas y jefe de la mayoría demócrata en el Senado Lyndon Johnson. Había otros candidatos de importancia, como el gobernador de California Pat Brown o los senadores Hubert Humphrey y Stuart Symington, pero aquello parecía una ganancia fácil para LBJ. Nadie contaba con que todos aquellos veteranos políticos acabarían siendo vencidos tras las primarias por un joven e inexperto senador de Nueva Inglaterra que desharía todos los pronósticos que propugnaban la imposibilidad de su elección como presidente y terminaría por convertirse en el 35º Presidente de los Estados Unidos de América: John Fitzgerald Kennedy.
El error que muchos de los demócratas más importantes cometieron cara a la nominación presidencial fue no participar en las elecciones primarias, que en aquella etapa no eran obligatorias, y reservar sus fuerzas para la Convención Nacional Demócrata de verano de 1960. De las 15 elecciones primarias que se celebraron, el senador Jack Kennedy venció en 10 de ellas. El movimiento organizado por aquel joven senador y por toda su familia para impulsarle a la presidencia era cada vez más imparable, y al final de las primarias, en las que el senador consiguió una importante ventaja, Kennedy era ya el favorito. El perfil de aquel joven político, que derrochaba juventud frente a la veteranía de Eisenhower y el continuismo de Nixon, con una familia muy televisiva, le impulsó rápidamente hacia arriba en el establishment del Partido Demócrata.
En julio de 1960, la Convención Nacional Demócrata se celebró en Los Ángeles. La candidatura del senador Kennedy no estaba ni mucho menos asegurada, ya que días antes de la convención, Lyndon Johnson y Adlai Stevenson, que había sido el candidato demócrata en 1952 y 1956, anunciaron que lucharían por la nominación, lo que añadía incertidumbre a la situación. El director de campaña del senador, su hermano Bobby Kennedy, se instaló en un hotel cercano al lugar donde se celebraría la convención para coordinar los últimos cabos sueltos que separaban al senador Kennedy de la nominación demócrata y conseguir los mayores apoyos posibles, especialmente los más críticos. Finalmente, todos los esfuerzos fueron exitosos, y en primera votación, el senador John Fitzgerald Kennedy se convirtió en el nominado presidencial demócrata, con casi 400 votos más que su más inmediato perseguidor, Lyndon Johnson.
Al día siguiente de convertirse en el nominado, Kennedy eligió a Johnson como su vicepresidente, en una de las elecciones más polémicas de la historia, y se dirigió a los demócratas en el discurso de cierre de la convención, que pasó a ser conocido como el discurso de la Nueva Frontera. -"La nueva libertad de Woodrow Wilson prometió a nuestra nación un nuevo marco político y económico. El New Deal de Franklin Roosevelt prometió seguridad y socorro a aquellos que lo necesitaban. Pero la Nueva Frontera de la que hablo no es un conjunto de promesas. Es un conjunto de desafíos. Resume no lo que me dispongo a ofrecer al pueblo americano, sino lo que voy a pedirles. Apela a su orgullo, apela a nuestro orgullo, no a nuestra seguridad. Mantiene la promesa de más sacrificio en lugar de más seguridad. La Nueva Frontera está aquí, tanto si la buscamos como si no" declaró el senador. Toda su presidencia sería conocida como la Nueva Frontera.
El enfrentamiento entre Kennedy y Nixon por la presidencia tuvo un momento fundamental, los debates televisivos entre ambos, que fueron los que de verdad hicieron una diferencia en una elección que por lo demás estaba empatada. Aquellos debates, sobre todo el primero, no se centraron en los temas que ambos políticos defendían, sino en la apariencia. Días antes del debate, el vicepresidente Nixon había sido operado de una lesión en la rodilla, y había insistido en intervenir pocos días después de ser dado de alta. Su aspecto era muy malo, estaba mal afeitado, sudaba mucho y aparecía muy pálido. Al contrario, su rival había pasado los días anteriores al debate en Palm Beach, estaba relajado, bronceado e irradiaba confianza. Pese a que Nixon corrigió los errores del primer debate en los siguientes, el efecto que este primer debate tuvo sobre el electorado fue demoledor para la campaña del vicepresidente.
Otro elemento clave para la decisión del resultado final de las elecciones fue el de los running mates. Lyndon Johnson, que había sido elegido para asegurar los votos clave de los estados sureños para los demócratas, resultó ser un candidato muy eficiente, llegando a aquellos sectores de la población a los que el joven senador no llegaba, y dando una sensación positiva de cara a una futura presidencia de Kennedy. En cambio, el vicepresidente de Nixon, Henry Cabot Lodge, cometió errores de bulto que lastraron seriamente a Nixon. Entre los temas que se comentaron durante la campaña, estuvo el conflicto nuclear con la URSS, y las acusaciones mutuas de debilidad en la relación con los soviéticos. El siguiente presidente debería gestionar un aumento en las tensiones entre ambas potencias en plena Guerra Fría.
La elección se produjo el 8 de noviembre de 1960. El margen de victoria de Kennedy sobre Nixon fue del 0,17% de voto popular, aunque en voto electoral, el demócrata aventajó en 84 votos al republicano, que ganó en cuatro estados más que en su rival. JFK cimentó su victoria en los estados sureños, como Texas, Luisiana y Georgia, y en las grandes ciudades, mientras que Nixon mantuvo su feudo de California, su estado natal. Especialmente polémica fue la situación en Illinois, un estado clave por sus 27 votos electorales que podían condicionar absolutamente el resultado final. El estado fue demócrata por un escasísimo margen, aumentando las especulaciones sobre la posible intervención del capo de la mafia de Chicago Sam Giancana en el recuento final.
Aquella elección marcó el comienzo de la presidencia de John Fitzgerald Kennedy, durante la que el mundo estuvo muy cerca de la guerra nuclear con la URSS en dos ocasiones, y que finalizó el 22 de noviembre de 1963 en Dallas. Sin embargo, los comicios de 1960 marcaron un antes y un después, que condicionó todas las campañas posteriores en Estados Unidos, y son estudiados aún hoy como un ejemplo de cómo una elección no se decide hasta el final, y cómo no hay que confiarse aunque las perspectivas sean muy buenas.
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