La victoria del ecologista Alexander van der Bellen en la repetición de la segunda vuelta de las
elecciones presidenciales en Austria, derrotando al ultraderechista Norbert
Hofer, ha supuesto un frenazo en seco a la tendencia política de los últimos
meses en Europa y en el resto del mundo, con la subida al poder de una nueva
derecha, sin complejos, que echa mano de elementos como la identidad o el
orgullo nacional, que utiliza eslóganes populistas, y que no hace ascos a
aparecer junto a opciones más extremistas como forma de hacer política. El mundo ha cambiado, y la política también, utilizando para ello temas y formas que recuerdan a tiempos pasados que no deberían repetirse. Esta nueva ideología ha sido bautizada por algunos medios como "nacional- populismo", y parece no tener fin.
Sin duda, este año pasará a la historia como aquel en el que Donald Trump, un magnate misógino, racista y sin ningún tipo de complejo se convirtió en el presidente de los Estados Unidos. Casi un mes después de su sorprendente victoria electoral, muchos aún no se han recuperado del impacto que esto les supuso. Un triunfo sin precedentes, que abrió un nuevo tiempo de incertidumbre que deberá definirse claramente a partir del 20 de enero, fecha de su toma de posesión. Las razones por las que el candidato republicano venció finalmente en la contienda presidencial son variadas, sin embargo hay una muy importante para entender lo que ha sucedido: la gente le ha perdido el miedo a votar a Trump, y por eso ganó. Su percepción popular ha aumentado tras las elecciones, incluso cuando el futuro presidente ha asegurado que no cambiará el núcleo de su programa electoral cuando llegue a la Casa Blanca.
Otro punto crucial sin duda ha sido el Brexit, el referéndum sobre la permanencia de Reino Unido en la Unión Europea, que David Cameron creía tener controlado, y que desembocó en una derrota sin paliativos para el proyecto europeo en las islas británicas, además de en la dimisión del propio primer ministro, que no supo ver que la dialéctica euroescéptica había ido cuajando en el país, gracias en parte a la influencia del UKIP y de su líder Nigel Farage. La gestión de la salida de Europa está ahora en manos de la primera ministra Theresa May, ideológicamente más cerca de Farage que de Cameron, su mentor político, y que ha mostrado en numerosas ocasiones su voluntad de aplicar la versión más dura de la salida de Gran Bretaña de Europa, incluyendo el abandono del mercado común.
Estos dos acontecimientos han marcado la política mundial en este año del que quedan apenas unas semanas, y pueden reproducirse en 2017 con elecciones en plazas importantes, como Francia, Alemania u Holanda, en las que el extremismo puede entrar con fuerza. En todo caso, cabe preguntarse cuáles son los motivos por los que el nacional- populismo ha crecido tanto. El primero desde luego es el profundo descrédito de la política tradicional. La gente está harta de la sucesión de casos de corrupción y de ver cómo ningún político está pudiendo solucionar sus problemas, contribuyendo a la idea de que todos son iguales. La aparición de políticos como Trump, que no ha ejercido ningún cargo previo, o como Marine le Pen, solamente se entiende así, ya que éstos han explotado al máximo ese descontento y han insistido que ellos procedían de otros medios diferentes, si bien esto no siempre era cierto.
También es importante señalar la importante crisis por la que pasa la Unión Europea, en plena fractura tras el triunfo del Brexit y en una situación muy difícil por las diferencias en la gestión de la crisis humanitaria relativa a los refugiados, con el incumplimiento por parte de muchos países de las cuotas de acogida incluidas en el Convenio de Dublín. El euroescepticismo vende, y los líderes extremistas que quieren alcanzar el poder prometen consultas a su ciudadanía sobre la permanencia en la Unión. En el imaginario colectivo, la Unión Europea se ha convertido en un problema, por la austeridad aplicada en los países miembros y por la crisis económica que no remite, y a pesar de que las posturas que optan por una salida de la Unión no sean más que una huida hacia delante, esto no parece importar en este momento. El proyecto europeo ha dejado de ser el de todos, y las referencias han pasado a ser otras.
Por último, ha contribuido a esto también el hundimiento de la socialdemocracia. El giro de la mayor parte de formaciones anteriormente progresistas hacia un social- liberalismo difuso, y la participación de algunos de estos partidos en gobiernos de signo conservador ha provocado que los votantes tradicionales de esta tendencia estén crecientemente desencantados. Esto no significa ni mucho menos que pasen a votar a partidos conservadores. Sin embargo, la ausencia de proyectos alternativos en la izquierda que puedan ser unificadores está provocando que muchos de estos votantes pasen a la abstención, y por tanto que quede un espacio importante que está ocupando la derecha. Los socialdemócratas, que fueron claves en la construcción del proyecto europeo, no han sabido presentar una alternativa para la gestión de la crisis, y han sido arrastrados por la corriente.
Estas razones no son las únicas. También ha influido la crisis humanitaria provocada por el aumento de los flujos migratorios en Europa y la mala gestión por parte de los países europeos, en parte por las enormes deficiencias en los sistemas de asilo y en parte por falta de voluntad política. La idea de que los refugiados, en la mayor parte de los casos familias sin recursos que huyen de países devastados por las guerras, llegan a invadir los países occidentales, y que entre ellos puede haber terroristas, ha provocado que muchos países intenten blindarse, y no cumplan la ley que les obliga a reasentar a un determinado número de migrantes en función de sus capacidades. En todo caso, son muchas las causas que permiten trazar el origen de esta nueva ideología.
Políticos como Donald Trump, Marine le Pen o Nigel Farage no son los únicos, sino que otros mandatarios, procedentes de la derecha tradicional, también se han lanzado a los brazos de esta nueva tendencia ideológica. Es el caso de François Fillon, el candidato de la derecha francesa a las próximas presidenciales, que ganó por sorpresa las elecciones primarias de su formación con un discurso conservador y nacionalista que cautivó a la mayor parte del electorado y que le colocan en la 'pole position' para ser el próximo presidente francés, o de la primera ministra británica Theresa May, que ha aprovechado su llegada al poder tras el Brexit para dar una vuelta de tuerca ideológica al Partido Conservador británico, huyendo de la moderación impuesta por Cameron.
Es importante señalar una pequeña diferencia que lo es todo: no estamos frente a un populismo de derechas, sino ante un movimiento de extrema derecha. Pese a que efectivamente utilicen este procedimiento para ganar apoyo, el fondo ideológico de esta tendencia es profundamente nacionalista, xenófobo y proteccionista. La narrativa coincide peligrosamente con ejemplos pasados, y en temas como la estigmatización de las migraciones y de los refugiados, que debería poner sobre aviso a los que consideran que se trata de un movimiento sin importancia. Pese a que la llegada de éstos al poder haya sido democrática, es necesario estar muy atentos a sus acciones políticas, y presentar una resistencia activa cuando éstas sean simplemente inaceptables. Todo está en cuestión, y todo puede ocurrir. No se trata de una fuerza regeneradora de la política, sino de un cambio a peor en nombre del hartazgo popular.
2016 ha sido sin duda el año del nacional- populismo, que ha ganado mucho terreno y ha alcanzado gobiernos que parecían imposible. 2017 podría ser la continuación de esto, con las elecciones de marzo en Holanda, de mayo en Francia y de septiembre en Alemania que pueden cambiar completamente el escenario político europeo y mundial. Ante esto, es necesaria la articulación de una alternativa plausible por la izquierda que pueda reconducir la situación a nivel internacional, y pueda dar respuesta a los principales retos de la actualidad: la necesaria remodelación de la Unión Europea, la correcta gestión de la crisis de los refugiados, y la salida definitiva de la crisis económica, casi diez años después de su comienzo. Solamente de esta manera se evitarán males mayores.
ABOUTME
Periodista y comunicador politico que quiere aportar una vision diferente de la politica internacional en todos sus escenarios, fuera de las noticias mas publicadas en los medios clasicos. En activo desde diciembre de 2014, siempre estamos reinventandonos para ofrecer la mejor informacion y la mas interesante.
0 comentarios:
Publicar un comentario