Poca gente cuestionaba en 1964 en el seno del Partido Demócrata que Lyndon Johnson sería el candidato. El asesinato del presidente Kennedy en las calles de Dallas había producido un auténtico terremoto interno en el seno mismo del partido, y generó una situación en la que cualquier candidato que quisiera presentarse a las primarias debería luchar contra el fantasma de estar combatiendo las políticas de un presidente asesinado. Las primarias del partido gubernamental tuvieron, por tanto, muy poca historia. Ninguna de las grandes figuras de los demócratas decidió enfrentarse al presidente, y muchos dieron por buena esa elección, como una solución de compromiso para barrer las diferencias internas bajo la alfombra.
Hubo, sin embargo, dos problemas para LBJ en su partido. El primero fue la campaña de George Wallace, el polémico y segregacionista gobernador de Alabama, perteneciente al ala de los demócratas sureños que se negaban a aplicar las leyes de integración, hasta el punto de impedir el paso a estudiantes negros a la universidad del estado, utilizando para ello a la policía a su mando, al modo de otra famosa obstrucción de este tipo. Wallace, pese a la fuerza que aparentó en los primeros compases de la campaña, no ganó ninguna de las primarias, y suspendió su intento a la presidencia.
El segundo fue el llamado "Bobby problem", la enorme presión desde algunos sectores para que el presidente nominara como su compañero de fórmula a Bobby Kennedy, el hermano del presidente asesinado. La razón para ello era la posibilidad de que el rival del presidente fuera un republicano moderado, sin embargo, en cuanto se supo que el candidato republicano sería el senador Goldwater, Johnson decidió no hacer caso de las presiones, y nombrar como 'running mate' al senador por Minnesota Hubert Humphrey. Humphrey era una gran figura dentro del partido, sobre todo en materia de derechos civiles, y fue quien planteó en 1948 la ponencia para que el Partido Demócrata asumiera la bandera de los derechos civiles. El tándem Johnson- Humphrey consiguió la nominación durante la Convención Nacional Demócrata de agosto de 1964 en Atlantic City, en la que Bobby Kennedy realizó un emotivo discurso en homenaje de su hermano.
En el Partido Republicano, la campaña prometía mucho, pero no llegó a las expectativas. Además de Barry Goldwater, que consiguió la nominación al final del proceso, hubo una serie de favoritos. El que era considerado como 'front-runner' era el gobernador de Nueva York, Nelson Rockefeller, que posteriormente sería vicepresidente de Gerald Ford unos años después. Sin embargo, las conservadoras bases republicanas no perdonaron al gobernador que se hubiera divorciado y vuelto a casar, y su campaña perdió toda su fuerza. Las primeras elecciones primarias, en New Hampshire, trajeron una sorpresa, con el triunfo del embajador en Vietnam del Sur Henry Cabot Lodge Jr., que había sido el candidato a vicepresidente de Richard Nixon en 1960, y que ni siquiera era candidato. Cabot Lodge entró posteriormente en la campaña, aunque acabó renunciando.
Finalmente, Goldwater ganó la nominación por defecto. Los favoritos que podían disputarle ese puesto fueron o bien haciéndose a un lado, o bien ni siquiera presentándose. A pesar de su escándalo personal, Nelson Rockefeller siguió en las primarias, y a punto estuvo de ganar la decisiva primaria de California. Finalmente, Goldwater ganó por el 51% de los votos esa elección. Los moderados buscaron entonces un candidato que pudiera luchar contra el favorito hasta el final, pero ninguno tuvo éxito. La situación fue similar a la actual con Donald Trump. Los mandamases republicanos hicieron todo lo posible para llamar a la unidad, y para dotar al candidato del apoyo más grande para poder disputar la presidencia. Barry Goldwater y el congresista William E. Miller fueron proclamados como candidatos republicanos en la Convención que se celebró en julio.
Todas las encuestas publicadas a lo largo de la campaña mostraron una sólida ventaja de Lyndon Johnson sobre Barry Goldwater. Sin embargo, los asesores demócratas quisieron asegurarse el triunfo, y por ello, elaboraron un polémico anuncio que marcaría la campaña, "Daisy Girl", en el que jugaron con el miedo real a un ataque nuclear e insinuaron de forma poco sutil que si Goldwater ganaba, eso podría ser una relidad. En ese vídeo, de poco más de un minuto, se ve a una niña de unos 2 ó 3 años que se encuentra en un paraje idílico mientras deshoja una margarita y cuenta de 1 a 10. Cuando llega a 9, su voz infantil se distorsiona, y sus ojos se dirigen hacia un punto en el cielo en el que se ve un chispazo. Se oye un enorme estruendo y al mismo tiempo un enorme brillo de luz. El vídeo continúa con imágenes de un ataque nuclear, y se oye la voz en off del presidente Johnson que dice -"Esto es lo que está en juego. Hacer un mundo en el cual todos los hijos de Dios puedan vivir, o sumirse en la oscuridad. Debemos querernos los unos a los otros, o moriremos". El anuncio termina con la voz del presentador deportivo Chris Schenkel que dice -"Vota al Presidente Johnson el 3 de noviembre. Los riesgos son demasiados grandes para que te quedes en casa".
El anuncio "Daisy Girl"
Muchos analistas señalan que el anuncio fue determinante para el resultado final. Barry Goldwater había puesto sobre la mesa una campaña completamente conservadora, en la que prometió recortes en los programas sociales demócratas, así como una política militar agresiva, y Johnson y sus asesores metieron el dedo en la llaga. El anuncio fue enormemente criticado, y la campaña lo retiró a los pocos días, pero el mensaje estaba lanzado. Hubo otro anuncio, el llamado "Eastern Seaboard", en el que se sumaba una declaración del candidato republicano en el que decía -"A veces pienso que este país iría mejor si serrásemos la Costa Este y la dejásemos flotar en el mar". La Costa Este era, y sigue siendo, una zona eminentemente demócrata, y según el autor Bob Mann, ese anuncio fue bastante más efectivo que el anterior.
Finalmente, en las elecciones presidenciales del 3 de noviembre, Lyndon Johnson y Hubert Humphrey barrieron, con un 61% del voto popular, el mejor resultado en votos hasta el momento, y un 90% del voto electoral. Los demócratas consiguieron 43 millones de votos, y los republicanos 27. Johnson y Humphrey obtuvieron la victoria en 44 de los 50 estados de la unión. Los demócratas se beneficiaron de la consternación ciudadana con el asesinato de Kennedy, que aún duraba, de la errática campaña de Goldwater y Miller, y de la consolidación del voto afroamericano. El anuncio "Daisy Girl" inauguró una nueva era en la propaganda política norteamericana en cuanto a mensajes del miedo se refiere, algo que se reprodujo muchas veces, incluido en las elecciones de 1988, cuando George H.W. Bush consiguió dar la vuelta a las encuestas, que le ponían 30 puntos por debajo, y ganar al demócrata Michael Dukakis sembrando la duda sobre su política de presos. Pero ésa ya es otra historia. LBJ consiguió legitimar su presidencia con un triunfo contundente que no se ha repetido hasta entonces, y que abrió la puerta a una serie de reformas, adecuadas y erróneas, que tendrían lugar en su segunda presidencia. Fue una lucha desigual, en la que la moderación venció al extremismo.
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