El atentado terrorista que se
produjo el miércoles por la tarde en el corazón de Londres, saldándose con 4
muertos y numerosos heridos, y que fue reivindicado un día después por el ISIS, ha
producido una serie de reacciones en contra, y de condenas que han venido de todas
partes del mundo. Sin embargo, se ha empezado a generar, y se continuará en
este sentido, un movimiento consistente en el regreso a lugares comunes y a
ideas simplistas, que relacionan el aumento de los ataques de este tipo con el
aumento de los flujos migratorios en Europa. El mecanismo de la Europa
Fortaleza, que ha blindado las fronteras exteriores del continente mediante la
militarización y la externalización de las tareas de control migratorio, se
recrudecerá previsiblemente en los próximos días, y muchos serán los que
culparán a los demandantes de asilo de lo que ha ocurrido en Londres, y llamen
a aumentar las políticas contra ellos. La tolerancia de los países europeos vuelve a estar en cuestión.
Indudablemente, el acto criminal
en la capital del Imperio británico merece una condena clara, y el aumento de
las medidas de seguridad puede entenderse en el marco actual. Sin embargo,
querer aprovechar esta tragedia para hacer política y para intentar promover
sus puntos de vista resulta como poco moralmente cuestionable. Desde hace
décadas, los movimientos contrarios a la inmigración han querido establecer un
paralelismo entre los demandantes de asilo y un problema que preocupase al gran
público, generando de esta manera un movimiento de rechazo en una parte de la
sociedad. Hace unos años, se establecía un paralelismo entre el crecimiento de
las migraciones y el aumento del paro, insistiendo en la idea de “Vienen aquí
para robarnos nuestros trabajos”. Hoy, se acusa a los candidatos a refugiados
de contribuir al aumento del terrorismo. Y por tanto, mucha gente no quiere
recibirles, y desde esta perspectiva, es incluso comprensible.
Pero esta perspectiva, además de
esconder con mayor o menor éxito una ideología de xenofobia e intolerancia, es
falaz. Lo es porque parece desconocer o no darse por enterada de la situación
en las fronteras, que no tiene suficiente visibilidad en los medios de
comunicación, y que es de urgencia humanitaria, en muchos casos al margen de la
ley, con la connivencia de algunos organismos europeos. Se utiliza también la
lógica de la manzana podrida, por la que una sola actitud censurable define al
resto del grupo, y se insiste que si entre 100.000 refugiados llega un
terrorista, esto demuestra que no puede acogerse a los demandantes de asilo.
Estos argumentos y otros tantos se han repetido machaconamente tras los atentados de París, Bruselas, Niza y
Berlín y volverán a repetirse tras lo que ha ocurrido en Londres.
Un viejo dicho en el periodismo
reza “No permitas que la realidad te estropee un buen titular”. Esto ha ocurrido de
nuevo ahora, cuando políticos contrarios a la acogida de migrantes en Europa
corrieron a afirmar minutos después del atentado sin ningún dato que el autor
del crimen era un refugiado. Sin embargo, las primeras pesquisas han revelado
que Khalid Masood, el criminal, era de nacionalidad británica. Nació en la
ciudad de Kent, residía en Inglaterra, y se radicalizó en ese país. Su nombre de nacimiento era Adrian Elms. Por tanto, no hay ningún refugiado involucrado. La
radicalización nacional se ha convertido en un problema que debe atajarse, pero
cargar contra el grupo de los refugiados es injusto y sectario.
Principalmente porque este grupo
es tremendamente heterogéneo. La actual situación en los países de origen ha
disparado los factores de empuje y atracción, y personas de cada vez más
nacionalidades intentan el salto a Europa como la única solución. Por tanto, intentar
establecer una responsabilidad colectiva de un grupo que no comparte más que la
situación de urgencia que les ha llevado a buscar una vida mejor después de que
las condiciones en sus países de residencia empeorasen hasta generar una
situación insostenible resulta erróneo e incluso irresponsable. Quienes sí
tienen responsabilidad, y en muchos casos están evitando afrontarla, son los
gobiernos e instituciones europeas, que deben asumir un papel protagonista en
la resolución de la nueva situación. Las personas que abandonan sus países y
buscan asilo no lo hacen por gusto, sino empujados por unos acontecimientos que
les superan. Esto parece olvidarse en muchos momentos, aunque por parte de muchas personas existe un especial interés en deshumanizarles y evitar que cale así una reacción humanitaria a nivel comunitario.
Otro cliché que con casi toda
seguridad se extenderá en las propias semanas es la estigmatización del
conjunto de la fe musulmana, del 23% de la población mundial que profesa
esta religión. Esto también es un error. No hay que perder la perspectiva de
que el ISIS es un grupo terrorista formado en su totalidad por musulmanes
radicalizados, y que a los que más daño se hace cuando actúan son a los miles
de musulmanes que censuran claramente sus acciones. Establecer una conexión
entre el ISIS y la totalidad de los musulmanes es comparable a señalar que
cuando la banda terrorista ETA mataba en España, representaba a todos los
españoles. La gran mayoría de musulmanes repudian estos actos, y lo que es más importante, no se sienten representados por ellos. Por tanto, empezar una campaña islamófoba con motivo de este atentado no está justificado.
Tras los atentados, siempre ocurre lo mismo. El gran público europeo se siente amenazado por lo ocurrido, y reclaman acciones claras y duras a sus gobiernos. Éstos aprovechan para dar un giro más a su política de cierre de fronteras, y para llevar a cabo acciones militares fuertes en territorio enemigo. Sin embargo, en algunas ocasiones, como en ésta, el peligro viene de dentro, y la persona que comete los actos terroristas es un nacional. Un nacional que además en este caso llevaba tiempo en la mira de los servicios secretos británicos, que sin embargo no pudieron prevenir lo que estaba haciendo. No puede decirse tampoco que el modus operandi utilizado en el atentado sea desconocido, puesto que ya se utilizó en los ataques en Niza y en Berlín, con diferentes vehículos. Por tanto, aquí ha fallado la previsión, y ninguno de los análisis realizados tras el atentado parece señalar esto. No se trata por supuesto de culpar al gobierno británico de lo ocurrido, pero hay que ser más cautelosos a la hora de realizar afirmaciones altisonantes y carentes de reflexión sobre un fenómeno tan complejo.
Este atentado es un éxito para los gobiernos eurófobos e islamófobos, como el de Polonia y el de Hungría, y para los partidos xenófobos que quieren conquistar el poder metiendo miedo. La Unión Europea ha vuelto a fallar en la articulación de un discurso unido y claro contra el tipo de afirmaciones que se reproducen y se seguirán reproduciendo tras el atentado de Londres. Si los países comunitarios deciden reaccionar con miedo, y la respuesta es seguir cerrando las puertas a las personas que llegan de países como Siria, Afganistán o Somalia, seguirán ganando los que quieren hacer política del miedo. Si las políticas que salen de este atentado vienen protagonizadas por el miedo, será en cierto modo un triunfo para las aspiraciones terroristas. Se hace cada vez más necesario el establecimiento de un debate franco y multidisciplinar sobre este asunto que ya no debe aplazarse mucho tiempo. Europa deberá afrontar flujos migratorios durante muchos años, y una respuesta humanitaria y comprensiva se impone sobre las demás.
Por tanto, antes de realizar
declaraciones grandilocuentes y de ejercer la demagogia, es necesario
informarse, y tener interés por ello. Una buena parte de la población europea ha demostrado estar completamente influida por los medios de comunicación, que han vendido el mensaje de odio a los refugiados. Acontecimientos como el de Londres unen de nuevo a todos en el horror y la solidaridad con las víctimas. Pero no debe de perderse en ningún momento la perspectiva. Ésta es una oportunidad única para la Unión Europea, estos días de celebración por el 60 aniversario del Tratado de Roma, de unirse y luchar contra la intolerancia. Una Europa unida, tolerante, plural y abierta jamás será vencida, y ése debe ser el objetivo. Frente a la barbarie terrorista, unidad pero también civilización. Es necesario distinguirse del ISIS, y realizar acciones claras y con un sentido para evitar problemas mayores. Ése es el espíritu europeo.
ABOUTME
Periodista y comunicador politico que quiere aportar una vision diferente de la politica internacional en todos sus escenarios, fuera de las noticias mas publicadas en los medios clasicos. En activo desde diciembre de 2014, siempre estamos reinventandonos para ofrecer la mejor informacion y la mas interesante.
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