Macron ha jugado desde que es candidato a la ambigüedad ideológica, como una forma de recabar apoyos de ambos lados para hacer fuerte su intentona presidencial. Su definición ideológica no está clara. Los medios de comunicación han apuntado a que es un político social-liberal o socialdemócrata, y que sus modelos son el ex-canciller alemán Gerhard Schröder, el ex-presidente estadounidense Bill Clinton y el ex-primer ministro británico Tony Blair. El candidato de En Marche es un candidato de la tercera vía, una persona que busca hacer política por el centro superando las ideologías clásicas. Eurófilo, partidario del federalismo en Europa y de una política económica de libre mercado, el candidato se dice admirador de Jacques Delors, François Mitterrand y Charles de Gaulle, y aspira a morder a izquierda y derecha para convertirse en el nuevo presidente francés a partir del próximo mes de mayo.
Ésta no es, sin embargo, la primera tentativa de conquistar el poder por el centro que ha habido en el país vecino. Tras la Segunda Guerra Mundial, las políticas de la Resistencia y la Liberación cristalizaron en una ideología propia, el gaullismo. Miembros de todas las ideologías se unieron en torno a la resistencia y a la figura del general Charles de Gaulle para luchar contra la invasión alemana y por el restablecimiento de la libertad del país galo tras el conflicto bélico, y cuando París, junto a toda Francia, fue liberado en agosto de 1944, el movimiento, que buscaba la transversalidad y la unidad, empezó a constituirse en una tendencia política independiente, muy relacionada con el general De Gaulle, primer ministro de 1944 a 1946, y de nuevo en el poder en 1959 como presidente de la República, ya bajo una nueva república, la Quinta.
La presidencia de Charles de Gaulle trajo consigo una serie de partidos políticos que sostenían a la nueva república. Uno de ellos fue el Movimiento Republicano Popular (MRP), fundado por Maurice Schumann, y cuyo principal líder fue Georges Bidault, presidente del Gobierno galo en 1946, y sucesor del mítico Jean Moulin como presidente del Consejo Nacional de la Resistencia. El MRP rompió en 1962 con el gaullismo por la política federalista del presidente y por su iniciativa de la elección directa del jefe de Estado, y en las elecciones de 1965, Jean Lecanuet se presentó como candidato del MRP con un programa centrista muy crítico con el general, y tomando como ejemplo la campaña del senador John Fitzgerald Kennedy para las presidenciales de 1960 en Estados Unidos. Lecanuet, que no consiguió clasificarse a segunda vuelta contra De Gaulle, es considerado como el primer candidato centrista a unas presidenciales.
Otra figura importante dentro del centro político francés fue Alain Poher, presidente del Senado francés, y por tanto presidente de la República interino cuando De Gaulle dimitió en 1969 y cuando Pompidou murió en 1974. Poher era miembro del partido Centro Democrático (CD), fundado por Jean Lecanuet, y candidato a las elecciones de 1969 contra Georges Pompidou, que fue finalmente elegido presidente de la República. Poher logró el apoyo de la derecha no gaullista y del centro en estas elecciones. De la izquierda gaullista y cercana al centro, procedieron dos figuras fundamentales de esta tendencia durante los años 50 y 60, y que presidieron el gobierno francés de forma consecutiva: Pierre Mendès France, de ideología radical socialista, y Edgar Faure, miembro del mismo partido de Mendès France. Ninguno de los dos se presentó a la presidencia, pero fueron figuras de importancia en la política francesa.
El siguiente político que intentó alcanzar la presidencia superando la diferencia entre izquierda y derecha fue Jacques Chaban-Delmas. Chaban, general de la Resistencia francesa, presidente de la Asamblea Nacional en tres ocasiones, y primer ministro galo entre 1969 y 1972 en la presidencia de Pompidou, fue elegido candidato del principal partido gaullista, la Unión de Demócratas por la República (UDR), para las elecciones anticipadas de 1974. Como primer ministro, y principal representante del gaullismo social, puso en marcha un conjunto de medidas políticas de descentralización, de diálogo social y de apertura política que recibieron el nombre de "nueva sociedad", y para las que intentó implicar a personas de izquierda y derecha. Chaban-Delmas fracasó, obteniendo únicamente un 15% de los votos, gracias en parte a la traición de muchos gaullistas, que pensaron que Chaban había ido muy lejos con sus políticas, y prefirieron apoyar a Valéry Giscard d'Estaing, que no era gaullista.
Precisamente Valéry Giscard d'Estaing, presidente francés de 1974 a 1981, se presentó a la mayor magistratura del Estado francés como candidato de una plataforma centrista, Republicanos Independientes, aunque realizó una política conservadora. Giscard es considerado, sin embargo, como el único político que ha llegado al poder en Francia desde el centro político. Otros políticos de ideología centrista durante los años 80 eran cercanos a François Mitterrand, y algunos incluso fueron ministros. Jacques Delors, colaborador de Chaban-Delmas en el proyecto de la nueva sociedad, ocupó el ministerio de Finanzas durante el gobierno de Mitterrand antes de convertirse en presidente de la Comisión Europea, y Michel Rocard, rival interno del presidente en el partido, fue nombrado primer ministro tras las presidenciales de 1988. Tampoco hay que olvidar a Jean-Pierre Chevènement, figura fundamental en la presidencia de Mitterrand, y que se definía como gaullista de izquierdas. El centrismo en estos años procedió por tanto más de la izquierda que de la derecha, unida en torno a la figura de Jacques Chirac.
En 1998, surgió la última figura centrista de importancia. François Bayrou, ministro de Educación durante el último gobierno de Mitterrand y el primero de Chirac, fue nombrado en ese año presidente de la Unión Demócrata Francesa (UDF), el partido de Giscard, y fue candidato a la presidencia en las elecciones de 2007, en las que jugó un papel importante en primera vuelta, en la que llegó en tercera posición, y de 2012, en las que decidió apoyar a título personal a François Hollande ante su enemistad con Nicolas Sarkozy. En estos últimos años, la izquierda francesa, sobre todo desde el momento en que Manuel Valls se convirtió en primer ministro, ha tendido hacia el centro, mientras que la derecha no lo ha hecho, con contadas excepciones, como Alain Juppé, sucesor de Chaban-Delmas en la alcaldía de Burdeos, o Nathalie Kosciusko-Morizet, candidata en 2014 a la alcaldía de París, y a las últimas elecciones primarias de la derecha gala.
El 7 de mayo, se conocerá cuál es el próximo presidente de la República Francesa para los próximos 5 años, aunque la verdadera batalla se producirá una semana antes, con tres candidatos con posibilidad de entrar a segunda vuelta. A la vista de las encuestas, el que se clasifique a segunda vuelta contra Marine Le Pen vencerá, sea Macron o Fillon, ganará la elección. Si Macron gana, se convertirá en el primer presidente centrista, y tendrá el reto de unir a todas las sensibilidades en un tiempo político nuevo e impredecible que necesitará de un liderazgo fuerte desde El Elíseo. Conseguiría entonces un logro irrepetible que muchos antes necesitaron, pero que ninguno consiguió, y que será fundamental en esta nueva concepción de la política.
En 1998, surgió la última figura centrista de importancia. François Bayrou, ministro de Educación durante el último gobierno de Mitterrand y el primero de Chirac, fue nombrado en ese año presidente de la Unión Demócrata Francesa (UDF), el partido de Giscard, y fue candidato a la presidencia en las elecciones de 2007, en las que jugó un papel importante en primera vuelta, en la que llegó en tercera posición, y de 2012, en las que decidió apoyar a título personal a François Hollande ante su enemistad con Nicolas Sarkozy. En estos últimos años, la izquierda francesa, sobre todo desde el momento en que Manuel Valls se convirtió en primer ministro, ha tendido hacia el centro, mientras que la derecha no lo ha hecho, con contadas excepciones, como Alain Juppé, sucesor de Chaban-Delmas en la alcaldía de Burdeos, o Nathalie Kosciusko-Morizet, candidata en 2014 a la alcaldía de París, y a las últimas elecciones primarias de la derecha gala.
El 7 de mayo, se conocerá cuál es el próximo presidente de la República Francesa para los próximos 5 años, aunque la verdadera batalla se producirá una semana antes, con tres candidatos con posibilidad de entrar a segunda vuelta. A la vista de las encuestas, el que se clasifique a segunda vuelta contra Marine Le Pen vencerá, sea Macron o Fillon, ganará la elección. Si Macron gana, se convertirá en el primer presidente centrista, y tendrá el reto de unir a todas las sensibilidades en un tiempo político nuevo e impredecible que necesitará de un liderazgo fuerte desde El Elíseo. Conseguiría entonces un logro irrepetible que muchos antes necesitaron, pero que ninguno consiguió, y que será fundamental en esta nueva concepción de la política.
ABOUTME
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