El candidato del partido "En Marche !", cuyas iniciales son las mismas que las de su líder, ha supuesto un soplo de aire fresco y una tabla de salvación para aquellos franceses y extranjeros que veían a Francia abandonada en manos de la derecha. Antes de que Macron subiera en las encuestas y consiguiera mantenerse hasta este momento, el escenario más probable era el de un enfrentamiento entre François Fillon y Marine Le Pen en segunda vuelta. Sin embargo, el ex-ministro de Economía es el depositario de las ilusiones de un sector cada vez más amplio de población, y a la vez un catalizador del voto protesta que sin duda protagonizará estas elecciones. Desde el centro, como otros lo intentaron, este joven banquero y economista intenta hoy mantener su buena estrella y poder dar la campanada, ganando las presidenciales, algo que sería muy encomiable, teniendo en cuenta que el partido no existía hace un año.
Pero, ¿quién es Emmanuel Macron, el joven de 39 años que aspira al Elíseo? Muchos son los que le comparan con Albert Rivera, y ciertamente las similitudes son muy grandes. Ambos propugnan una forma de hacer política diferente, y eliminar la división entre izquierda y derecha. Sin embargo, para otros, Macron sería un miembro de la "casta". En todo caso, es un producto de la Escuela Nacional de Administración (ENA), de donde salen muchos de los grandes políticos y hombres de negocio de Francia. Entre 2008 y 2012, trabajó en el banco de negocios Rotschild, siendo ya miembro del Partido Socialista. Cuando François Hollande alcanzó la presidencia de la República, Macron se reincorporó a su plaza de funcionario, y pasó a ejercer la secretaría general adjunta de la presidencia de la República. A partir de aquí fue haciéndose un nombre, y ganando relevancia, y en 2014, Manuel Valls le nombró ministro de Economía.
Su llegada a la dirección de las finanzas francesas supuso una auténtica revolución. El anterior ministro, Arnaud Montebourg, era un conocido militante antiglobalización que marcó las primarias socialistas de 2011. Sin embargo, Macron pronto se reveló como un político business-friendly, y lo demostró menos de un año después de su toma de posesión, con la presentación y puesta en marcha de la ley para el crecimiento, la actividad y la igualdad de oportunidades económicas, que fue bautizada por la prensa como "ley Macron". Aquel texto liberalizó las finanzas francesas, en un movimiento extraño para un gobierno de izquierdas, y favoreció la economía privada. Ningún partido de la oposición apoyó aquella ley, lo que obligó al gobierno a recurrir al artículo 49.3 de la Constitución, que permite la aprobación parlamentaria de un proyecto sin votación ni debate. Hollande y Valls se quemaron con esta decisión, pero Macron no.
Macron de hecho fue a más, y poco a poco, algunos empezaron a plantearse la posibilidad de que fuera candidato a unas elecciones presidenciales, incluso a las de 2017. Sus posiciones social-liberales eran entendidas e incluso apoyadas por una parte de la sociedad, y en los peores tiempos de la presidencia de François Hollande, el ministro de Economía aparecía como un político fiable y creíble, nuevo, y con valores. El joven Macron se dejaba querer, a medida que los resultados de la polémica ley económica que él propugnó iban empezando a verse, con estimaciones halagüeñas de crecimiento del PIB francés por parte de organismos como la OCDE. Él no se casaba con nadie, mantenía abiertas todas sus opciones, y seguía aplicando medidas de calado liberal en la economía francesa. Hasta que llegó abril de 2016.
El ministro de Economía había dejado de militar en el Partido Socialista en 2009, y se declaraba como independiente. Sin embargo, el aumento de su credibilidad derivó en un aumento de sus apoyos, y del número de personas que le pedían que se lanzara a la carrera presidencial. Y él decidió hacer caso, fundando en abril de 2016 el partido "En Marche !". El objetivo de Macron era construir un partido más allá de las ideologías clásicas, y prepararlo para una hipotética elección presidencial. La cúpula del Partido Socialista criticó la decisión del todavía ministro, y le instó a dimitir. Tras varios meses en los que renegó de su pasado socialista, Macron dimitió de su cargo en agosto de 2016, para lanzarse de lleno a la carrera presidencial. Hollande le acusó de traicionarle, y él, a su vez, señaló que el gobierno había hecho muchas cosas a medias. El 84% de los franceses aprobaron su decisión de marcharse.
Las propuestas del Macron candidato no se diferencian demasiado de las propuestas del Macron ministro. Como presidente, el líder de "En Marche !" propone una vuelta de tuerca más a sus planes financieros, con medidas de estímulo a la economía privada, la reducción de funcionarios y empleados públicos, la construcción de mecanismos de ayuda para los emprendedores, y la responsabilización de los empresarios. El objetivo no es otro que reducir el paro, que es muy alto. Otras medidas de importancia son el aumento de las penas por fraude fiscal, un refuerzo al principio de laicismo, y una apuesta por lo público, con medidas de estímulo a la educación y a la sanidad públicas. Macron también quiere castigar los excesos en las administraciones, con la prohibición a los cargos públicos de contratar a sus familiares, algo que ha hecho François Fillon.
Sin duda, el elemento que más tranquiliza a Europa es que el candidato Macron apuesta claramente por el proyecto comunitario. Solamente él y el candidato socialista, Benoît Hamon, defienden Europa como la mejor solución. La propuesta de Macron es reforzar las cinco dimensiones de la soberanía europea, y apostar por la seguridad, el crecimiento, la protección en el marco de la globalización, el desarrollo sostenible y el marco financiero. Se trata también de reforzar la identidad europea, y de crear marcos de referencia claros en este sentido. Es por todo esto que, desde que su victoria ha empezado a contemplarse como una posibilidad, son muchos los apoyos que Emmanuel Macron ha recibido desde el extranjero, el último el del ministro alemán de Asuntos Exteriores, Sigmar Gabriel.
Las encuestas son claras. Si Emmanuel Macron pasa a segunda vuelta, su victoria está asegurada, sea cual sea su rival. Es cierto que aún quedan dos semanas para la primera vuelta y cuatro para la segunda, pero las ambiciones son claras en el caso del joven economista, y la presidencia es el objetivo. En cierto modo, Macron representa los mismos valores que el gobierno de François Hollande y Manuel Valls, que le apoyó recientemente, han defendido durante estos 5 años. El candidato tiene en su mano la posibilidad de cambiar la historia, y llegar a la presidencia desde una posición de centro. La suerte empieza a estar echada, y serán los franceses y las francesas los que tendrán que decidir. Sin embargo, Macron ya ha triunfado. Ahora le toca rematar.
ABOUTME
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