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Los demócratas después de Obama

Hillary Clinton, Bernie Sanders (arriba), y Jim Webb, Martin O'Malley y Lincoln Chafee (abajo), candidatos a la presidencia de los Estados Unidos por el Partido Demócrata

El próximo año, en noviembre de 2016, los Estados Unidos de América celebran elecciones presidenciales, las que marcarán el final de la era Obama en la Casa Blanca. La precampaña se inició poco antes de este verano, con el anuncio por parte de los diferentes candidatos de su postulación a la magistratura más importante del país. A estas alturas, porque son 15 las personas que compiten por esa nominación, la campaña del Partido Republicano es la que más protagonismo mediático está levantando, en gran parte gracias al fenómeno Trump. Sin embargo, no hay que perder de vista la otra campaña, la del Partido Demócrata, donde hay una candidata ‘in pectore’ y varios aspirantes que buscan disputar esta nominación.

Los demócratas se encuentran en una importante encrucijada en estas elecciones presidenciales. El enorme descontento que se generó en los Estados Unidos con los últimos años de George W. Bush lo capitalizó el fenómeno Barack Obama, que habría sido imposible en la anterior elección presidencial. Sin embargo, las últimas elecciones 'midterm' no solamente dejaron al presidente en la clásica situación del "pato cojo", sino que llevaron a los demócratas a una situación de minoría tanto en el Senado como en la Cámara de Representantes, lo cual bloqueó la mayor parte de las políticas presidenciales y obligó a Obama a echar mano de su capacidad de veto para echar abajo los intentos desestabilizadores de los republicanos. A priori, los demócratas llevaban las de perder en las próximas presidenciales, pero la radicalización del GOP y la aparición de la figura de Donald Trump como 'front runner' republicano ha dado una bombona de oxígeno a sus rivales demócratas, que se afanan en realizar campañas atractivas para seguir por delante en las encuestas. 


La candidata ‘in pectore’ no es otra que Hillary Clinton, conocida en todo el mundo, y favorita desde que puso un pie en la campaña. Primera dama durante la presidencia de su esposo y posteriormente senadora por el estado de Nueva York, supo rentabilizar su derrota en 2008 convirtiéndose en secretaria de Estado, y ha sabido aprovechar también el espíritu anti – Obama que se generó en el seno de su partido tras las presidenciales para volver a imbuir ilusión a las filas demócratas, necesitadas de otro gran líder que sea capaz de mover masas. Hace 7 años, también partía como favorita, y el huracán Obama le revolcó, pero ha vuelto llena de fuerza y los ataques republicanos vienen a mostrar que es ella la candidata a batir.

Han formalizado su candidatura además de Clinton tres políticos sin mucho peso teórico en la campaña y que parecen poco capaces de disputar esa nominación: el ex – gobernador de Rhode Island Lincoln Chafee, anteriormente republicano; el senador Jim Webb, de Virginia; y el ex – gobernador de Maryland Martin O’Malley. Todos estos candidatos tienen virtualmente imposible siquiera ser competitivos en las primarias, y su continuidad en la carrera podría entenderse de dos maneras: como un intento de colocarse en buena posición para ser el vicepresidente del candidato ganador o para que los ‘issues’ de su campaña estén en el programa definitivo de los demócratas. Es el caso de Chafee, que prioriza la defensa del medio ambiente en su campaña.

La única excepción dentro de esta lista es el cuarto candidato en cuestión, el senador por Vermont Bernie Sanders, representante de la izquierda norteamericana, que es el único que se va acercando a la todopoderosa Hillary en las encuestas. A medida que la candidata comete errores, Sanders los aprovecha, creciendo en los sondeos y apareciendo como el Jeremy Corbyn americano, el viejo político que hace frente a terceras vías y medias tintas con un programa netamente progresista y social cuyo objetivo es motivar a la ciudadanía a luchar por el cambio en Washington. No es de extrañar que el propio líder laborista y los viejos liberales, en el sentido más americano de la palabra, como los cantantes David Crosby y Graham Nash, estén con Sanders.

Hay además cuatro nombres importantes que han estado pululando los últimos meses como posibles candidatos. Se les podría dividir en dos subgrupos. En el primer subgrupo estarían dos vicepresidentes, Joe BidenAl Gore. Biden, actual vicepresidente, fue sondeado por numerosos cargos electos demócratas como contrapunto a Hillary, pero el fallecimiento de su hijo Beau dejó su candidatura en suspenso. Sin embargo, ante las muestras de debilidad de la candidata, el vicepresidente ha vuelto a dejar caer la posibilidad de presentarse, aunque aún no hay nada seguro. En cuanto a Gore, también juega al despiste con una hipotética aventura presidencial, que sería la tercera, tras su fracaso en 1988 y 2000. El problema tanto de Biden como de Gore es que no suponen nada nuevo, y aspiran a conseguir los mismos apoyos que Hillary, con la que tienen muy difícil competir realmente. 

Otros dos candidatos se encuentran en un sector de voto menos oficialista y alternativo. El primero de ellos no es ni siquiera demócrata de afiliación, el ex - alcalde de Nueva York Michael Bloomberg, un político extremadamente popular que suena como 'outsider' tanto en la campaña demócrata como en la republicana. Bloomberg tiene muchas similitudes con el principal candidato republicano, Donald Trump, en el sentido de que ambos son multimillonarios, pero la diferencia es que el ex - alcalde ha utilizado su dinero para mejorar las condiciones de vida de sus ciudadanos, lo que le hizo extremadamente popular. El otro es un viejo rockero de la política, el gobernador de California Jerry Brown, al que muchos consideran el único hombre con posibilidad de disputar la presidencia a Clinton dentro de las filas demócratas. A su favor, corre su experiencia y su consideración como uno de los mejores políticos de los Estados Unidos. En su contra, su edad, tiene 77 años, y el hecho de que hace exactamente cuarenta años también intentó ser el nominado demócrata, siendo derrotado entonces por Jimmy Carter, que ganó la presidencia.

Queda además una importante pregunta que contestar: cuál será el papel de Barack Obama en la campaña. Para empezar, no se sabe muy bien a qué candidato ofrecerá su apoyo. Tal y como está ahora mismo la campaña, es de esperar que apoye a Hillary Clinton, sin embargo, desde la Casa Blanca esperan con ansia que Joe Biden, gran amigo del presidente además de su número dos, formalice su candidatura, o por lo menos que lo haga Al Gore. Obama y Bill Clinton tienen una gran relación personal, pero no así en el caso de Hillary, aunque el actual presidente es bastante pragmático y apoyará de manera entusiasta al candidato o candidata que salga de las elecciones. El rol que juegue en la campaña también es interesante e incierto. En noviembre pasado, muy pocos de los candidatos demócratas a senador, congresista o gobernador quisieron que el presidente, en un momento inusitadamente caótico en cuanto a popularidad, hablase en sus campañas. Obama ha recuperado mucho de su apoyo anterior, y ha estabilizado sus cifras de aprobación. Habrá que ver si el presidente es un importante activo del candidato o candidata demócrata o si aparece en contadas ocasiones. Lo que parece evidente es que el legado del 44º Presidente de los Estados Unidos estará presente en la campaña, y que el presidenciable demócrata tendrá que hacer lo posible para que no le haga sombra. 

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Periodista y comunicador politico que quiere aportar una vision diferente de la politica internacional en todos sus escenarios, fuera de las noticias mas publicadas en los medios clasicos. En activo desde diciembre de 2014, siempre estamos reinventandonos para ofrecer la mejor informacion y la mas interesante.

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