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Derrotas republicanas

Las elecciones primarias del Partido Republicano estadounidense que se han celebrado este pasado fin de semana en el estado de Carolina del Sur han dado un nuevo triunfo al magnate Donald Trump, que va construyendo una considerable ventaja de compromisarios respecto de sus rivales. Además del triunfo de Trump, uno de los candidatos que a priori tenía más opciones de poder pelear la nominación hace un año, el ex- gobernador de Florida Jeb Bush, anunció entre lágrimas y de manera obligada su retirada de la carrera presidencial, consciente de que sus posibilidades reales de alcanzar la nominación eran hoy por hoy mínimas. La renuncia de Bush se une a la de otro favorito máximo venido a menos: el gobernador de Nueva Jersey Chris Christie, con una campaña floja e insuficiente sin posibilidades de conseguir el triunfo. Con las retiradas de Bush y Christie, dos candidatos respetados por la ciudadanía y con un valor político indiscutible, Trump está hoy un poco más cerca de la nominación presidencial, habiendo derrotado ya a dos personas que representan al viejo y tradicional Partido Republicano contra el que está luchando durante esta campaña, Jeb y Christie. 

La lista de candidatos republicanos a la presidencia, que llegó a contar con 17 personas a la vuelta del verano, se ha ido aligerando a medida que los simpatizantes conservadores han ido votando. El primero en bajarse del escenario fue el ex-gobernador de Texas Rick Perry, que ya había sido candidato a las primarias de 2012. Tras él, cayeron favoritos, como el gobernador de Wisconsin Scott Walker o el de Luisiana Bobby Jindal, y otros con menos opciones, como los senadores Lindsey Graham y Rick Santorum. La gran desbandada de candidatos se produjo tras la apabullante victoria de Trump en New Hampshire. Además de la salida de Chris Christie, anunciaron el final de sus candidaturas el gobernador Jim Gilmore, el senador Rand Paul, que fue el primer candidato de las primarias, y la empresaria Carly Fiorina, la única mujer que se presentó. Fiorina llegó a estar entre los favoritos en las encuestas algunas semanas, pero se deshizo como un azucarillo. Todas estas salidas dejan la carrera presidencial republicana entre cinco contendientes: Donald Trump, Ted Cruz, Marco Rubio, Ben Carson y John Kasich. 

Las derrotas de Jeb Bush y Chris Christie son absolutamente simbólicas, más allá de lo personal. Ambos candidatos son miembros del 'establishment' republicano, clásicos y tradicionales, pero a la vez modernos. No demasiado jóvenes, pero tampoco demasiado mayores, con una experiencia de gestión en los estados de Florida y Nueva Jersey, su mayor justificante de cara a las presidenciales. Con una capacidad probada de reunir a su alrededor a la práctica totalidad de los votantes republicanos, incluidos aquellos más liberales que ante un candidato demasiado conservador pueden llegar a votar demócrata. Si la elección se hubiera desarrollado en un escenario más normal y menos polarizado, Jeb Bush y Chris Christie habrían estado peleando hasta el final por la nominación. En cambio, las primeras elecciones primarias han demostrado que los republicanos optan por candidatos más radicales y populistas, y desechan a los "best sons" que han conseguido liderar la candidatura del partido en las últimas décadas. Los orígenes de ambos candidatos eran muy diferentes, pero ambos representaban a un mismo sector del Partido Republicano, un sector de capa caída en estas elecciones y que tal vez no regrese.

El ex- gobernador de Florida Jeb Bush en un acto de su campaña presidencial

Jeb Bush ha sido sin duda el primer gran derrotado de estas elecciones, antes siquiera de que se elijan candidatos. Su candidatura venía rumiándose desde 2012, cuando sus asesores le desaconsejaron que se presentase. Sin embargo, desde entonces, aparecía como el candidato más probable de cara a 2016. Su buen desempeño en el gobierno del estado de Florida, una circunstancia aceptada tanto por republicanos como para demócratas, su estilo moderado, demostrado en las políticas que él había aprobado, y su pretendida capacidad para convencer a todos de que le eligiesen como presidente hacían de él uno de los mejores candidatos posibles. Además, era un candidato fiable, por ser hijo y hermano de presidentes, lo cual podía convencer a los más escépticos. Por ello, formó a finales de 2014 un comité que precedió a su candidatura, básicamente para conseguir dinero. Consiguió el apoyo de numerosos altos cargos republicanos, entre ellos los dos ex-presidentes de su familia. Las encuestas le mostraban por delante de todos los primeros candidatos republicanos, y en un empate técnico con Hillary Clinton. Todo parecía de cara para Jeb Bush.

La campaña empezó el 15 de junio de 2015, siendo uno de los últimos, y un día antes de quien sería el causante de su posterior fracaso, Donald Trump. La primera gran sorpresa fue que el que fuera gobernador no utilizó su apellido, sino su nombre, para su slogan de campaña. Su apellido, y el uso que haría de ello, era sin duda una de las principales dudas de esta campaña electoral. Al fin y al cabo, el apellido Bush tiene una importancia fundamental dentro del conservadurismo americano, y no es habitual esconderlo, porque suele dar votos. Pero al mismo tiempo, la presidencia de George W. Bush, hermano del candidato, está demasiado cerca, y las encuestas siguen hablando de ese presidente como uno de los peores de la historia. Por ello, finalmente, Jeb eligió su nombre para su campaña. El principio de la campaña se caracterizó por dos polémicas. La primera fue la revelación de que Jeb se había registrado como hispano en un censo de votantes en 2009. Desde la campaña, intentaron quitarle hierro al asunto y definirlo como una anécdota, pero los demócratas no perdieron la oportunidad de echarse sobre Jeb, el favorito todavía entonces. La segunda fue la aparición de un cartel electoral en el que el candidato tenía una mano blanca y otra negra para mostrar su multiculturalismo. Aquellas polémicas fueron el preludio de una sucesión de errores que mermaron poco a poco pero de forma constante la campaña de Jeb y acabaron con ella hace unos días.

El principal rival dentro de las primarias republicanas para Jeb pasó a ser el nuevo favorito, Donald Trump, que le atacó sin desmayo durante los sucesivos debates, y consiguió que la etiqueta de "baja energía" que le colocó le persiguiera el resto de la campaña. Fue esa imagen de falta de energía la que le empezó a condenar, y a Jeb se le empezó a poner cara de perdedor. Entonces, decidió salir al ataque, y, tras constatar que no podía con Trump ni con su dialéctica, fue a por el que fuera su discípulo, el senador Marco Rubio, que aspiraba al mismo caladero de votos que él, durante un debate en octubre. No le salió bien. Tampoco triunfó en otros intentos, y su campaña fue reduciéndose a la insignificancia más absoluta. Las primeras primarias, en Iowa, se saldaron con 1 delegado para Jeb, y entonces, el ex-gobernador decidió salir al ataque. Pero le volvió a salir mal. Durante un acto en New Hampshire, el candidato se vino arriba, y pidió la elección de un comandante en jefe fuerte, pero la reacción fue tibia, nadie aplaudió. En ese momento, a Jeb le salió decir -"Por favor, aplaudan", lo que provocó risas y fue una muestra clara del estado real de la campaña del ex-gobernador, al que aún le quedaba un momento de gloria, la publicación de un tuit durante la última semana de campaña en el que Jeb Bush mostraba una pistola de su propiedad con su nombre grabado en ella. El tuit rezaba simplemente "América". Aquello se encuadraba dentro de la campaña en Carolina del Sur, un estado donde muchas personas defienden las armas, pero fue muy criticado. Casi lo último antes del anuncio de retirada.

El gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie

El caso de Chris Christie es diferente al de Jeb Bush, ya que no viene de una familia política, sino que fue capaz de hacerse un nombre propio en la difícil política americana por sí mismo. La derrota de Mitt Romney en 2012 acabó con una era en el conservadurismo norteamericano, y se abrió el abanico para un tipo diferente de candidato. No fueron pocos los comentaristas políticos que señalaron que Christie era un ejemplo de ese nuevo tipo de candidato. El gobernador, abogado por la universidad de Delaware, procede de un entorno bastante más humilde que el de su competidor, y trabajó en lobbies y despachos de abogados antes de ser elegido por George W. Bush como fiscal del estado de Nueva Jersey en 2001. Después de trabajar en la administración Bush, fue candidato a gobernador de Nueva Jersey en 2009, ganando por cuatro puntos al gobernador saliente, el demócrata Jon Corzine. Como gobernador, Christie se convirtió en uno de los republicanos más populares, e incluso sonó como candidato para las elecciones de 2012, sin presentarse. Durante la última semana antes de las elecciones, no tuvo problema para posar con Obama cuando éste interrumpió su campaña para atender los efectos del huracán Sandy en Nueva Jersey. Tras ganar la reelección en 2013, los ojos de muchos republicanos se pusieron en Christie de cara a una candidatura presidencial en 2016. Las razones que le asistían eran similares a las de Jeb Bush, especialmente su buen mandato en Nueva Jersey, un estado con una enorme raíz demócrata. Christie aparecía como uno más que decía desde su atalaya privilegiada las cosas como eran, su slogan presidencial. El gobernador Christie compartió favoritismo en 2013, 2014 y principio de 2015 con Jeb Bush y Mitt Romney.

Sin embargo, la campaña presidencial de Chris Christie llegó tarde y mal. A medida que él se convirtió en el candidato favorito a la nominación, las fuerzas en Nueva Jersey se empezaron a mover para torpedear su salto a la política nacional. El principal escándalo que vino a golpear las posibilidades del gobernador de llegar a la Casa Blanca se desató el año pasado. Fue el escándalo del cierre del carril de Fort Lee, también apodado "Bridgeghazi". Consistió en el cierre sin razón aparente durante cuatro días en septiembre de 2013 de dos de los tres carriles del puente George Washington que lleva de Nueva Jersey en hora punta, provocando un enorme tráfico. La investigación de quién había dado la orden condujo a algunos colaboradores de Christie, y se descubrió que se había hecho para torpedear la gestión del alcalde de Fort Lee, el demócrata Mark Sokolich, que no apoyó la reelección de Christie. El caso siguió, y hoy muchos creen que fue el gobernador quien estuvo detrás del caso. Muchos de los consejeros de Christie, conscientes del daño que el escándalo les estaba haciendo, le sugirieron que rehusara a presentar su candidatura, pero éste no hizo caso, y saltó a la palestra el 30 de junio del año pasado. Sin embargo, la campaña no fue como podía esperarse un año antes. Además del escándalo de Fort Lee, surgió otro problema, la revelación de que utilizaba un helicóptero del estado para sus actos de campaña. También fue muy criticada la continuada ausencia del gobernador de su estado por estar demasiado tiempo haciendo campaña. Christie no consiguió ganar ni un delegado en las dos primarias en las que fue candidato, y el 10 de febrero anunció que dejaba la carrera presidencial.



Quedan todavía muchos capítulos de estas elecciones primarias. La próxima cita es mañana en Nevada, con una ventaja amplia de Trump sobre sus perseguidores, antes de que el próximo 1 de marzo 12 estados celebren sus primarias el mismo día, en el conocido "súper martes". En ninguna de esas primarias estarán Jeb Bush y Chris Christie, nuevas viejas figuras del conservadurismo de su país, que han fallado en el legendario "cursus honorum" de camino a la presidencia de los Estados Unidos. El "establishment", golpeado en lo más íntimo por la derrota de estos dos candidatos, intenta rehacerse adaptándose a la nueva situación y apoyando al senador Marco Rubio, el que más se parece a ese modo de ver la política dentro de los candidatos a las primarias. A partir de ahora, los candidatos inician una lucha por conseguir los apoyos y los contribuyentes de Bush. El Partido Republicano que venga dependerá mucho de quién consigue la nominación y de si el elegido gana las presidenciales del 8 de noviembre, pero será muy diferente de aquel en el que políticos clásicos como Jeb o Christie producían admiración y respeto. Es por tanto la muerte política de este Partido Republicano, la muerte de una etapa, comenzando una era de incertidumbre en la política norteamericana.

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Periodista y comunicador politico que quiere aportar una vision diferente de la politica internacional en todos sus escenarios, fuera de las noticias mas publicadas en los medios clasicos. En activo desde diciembre de 2014, siempre estamos reinventandonos para ofrecer la mejor informacion y la mas interesante.

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