El sistema electoral ecuatoriano se parece mucho a los vigentes en otros países americanos. Prevé que, si uno de los candidatos obtiene el 50% de los votos o un porcentaje de votos que supere por lo menos en un 10% al segundo candidato, quedará proclamado ganador de las elecciones. Si no es así, deberá celebrarse una segunda vuelta. Las últimas dos elecciones, vencidas por Correa, han sido a una vuelta. En las de 2009, Correa obtuvo un 51,99% de los votos y una ventaja de 25 puntos sobre su inmediato perseguidor. En 2013, el presidente aumentó su número de votos, subiendo al 57,17%, y también su ventaja sobre su rival, que fue de casi 35 puntos. Sin embargo, en este caso, y a medida que se acerca la elección, la posibilidad de que haya que celebrar una segunda vuelta se acerca, y en ello se están afanando los candidatos contrarios al oficialismo.
Los meses previos a las elecciones no vinieron exentos de polémica, ante el intento por parte del presidente Rafael Correa de cambiar la Constitución para que ésta permitiera su reelección inmediata. Los trámites para ello se iniciaron efectivamente, pero en 2015, el presidente propuso una disposición transitoria por la cual la reelección indefinida entraría en vigor el mismo día en que el nuevo presidente tomase posesión, y que por tanto los políticos elegidos en 2013, empezando por él, no podrían presentarse a las elecciones. Las primeras encuestas sobre las elecciones incluyendo a Correa como candidato mostraban una gran ventaja del presidente, pero quedaron en papel mojado. Ecuador tendrá a partir de este año un nuevo presidente.
La Alianza PAÍS, el partido del presidente, debatió entonces internamente quién debía ser el candidato a la presidencia, y tras las deliberaciones, los dos favoritos eran el vicepresidente, Jorge Glas, y su antecesor, Lenín Moreno. Moreno fue finalmente proclamado candidato a la presidencia, con Glas como su compañero de fórmula. El candidato, de 62 años, ocupó la vicepresidencia de la nación ecuatoriana durante los dos primeros mandatos de Correa, siendo relevado en 2013. En este periodo, ha ejercido como Enviado Especial del Secretario General de la ONU para Discapacidad y Accesibilidad. El año pasado, cuando su candidatura era ya prácticamente un hecho, se publicó que cobraba por las funciones que estaba realizando, y eso provocó una enorme polémica. Sin embargo, Moreno será el candidato del partido de Correa, e intentará sucederle como presidente.
En la oposición, el candidato que más opciones tiene de ponérselo difícil a Lenín Moreno y Jorge Glas es Guillermo Lasso, por el Movimiento CREO, de centro derecha. Lasso ocupó brevemente el cargo de superministro de Economía y Energía en el gobierno del presidente Jamil Mahuad, y también ejerció la presidencia del Banco de Guayaquil. Es un empresario, miembro del Opus Dei, que pone como ejemplo de político al ex-presidente español José María Aznar, y que se ha opuesto firmemente a todas las medidas de Correa. Precisamente con él se enfrentó en las elecciones de 2013, con malos resultados para Lasso, que no obtuvo más que un 22% de los votos, muy lejos del 57% del presidente. Hoy, Lasso intenta hacer creíble su candidatura, con el objetivo de intentar conseguir pasar a segunda vuelta y empezar a creerse que puede ser presidente.
Otros candidatos de importancia son Cynthia Viteri, del Partido Social Cristiano; Paco Moncayo, de Izquierda Democrática; y Dalo Bucaram, por el Partido Fuerza Ecuador. Cada uno de ellos representa una tendencia diferente. Viteri parece la candidata que podría superar a Lasso, según algunas encuestas, y pasar a segunda vuelta contra Moreno. Moncayo es el candidato por Izquierda Democrática, un representante de una tendencia muy habitual en América Latina, la de la izquierda cristiana. Es el representante del sector socialdemócrata de su partido, y personifica la oposición progresista a Correa. El caso de Bucaram es diferente. Es el hijo de Abdalá Bucaram, presidente ecuatoriano del 96 al 97, que fue destituido por el Congreso del país, y defiende un retorno a las políticas de su padre. Su partido, Fuerza Ecuador, es de ideología conservadora, y el heredero directo de una mítica formación del país, el Partido Roldosista Ecuatoriano. De todos estos candidatos, la que parece que tiene más opciones de pasar a segunda vuelta es Viteri, que ya ha iniciado los ataques sobre Lasso para ello.
Hay un elemento indudable que planea sobre esta elección y que puede perjudicar claramente a Lenín Moreno en sus aspiraciones presidenciales, y éste es la economía del país. Durante todo su mandato, Rafael Correa ha hablado del milagro ecuatoriano, y de cómo las finanzas del país se habrían equilibrado. Sin embargo, los indicadores señalan una cosa muy distinta. La deuda es muy elevada, y también el desempleo estructural, superior según algunos analistas al 60%. Sus rivales acusan a Correa y por extensión a Moreno de haber aumentado de forma desaforada el gasto público para mantener a ese sector en marcha, y que ello está repercutiendo de manera efectiva sobre la economía ecuatoriana a largo plazo. Los organismos internacionales han pronosticado un decrecimiento financiero duradero que no parece que vaya a detenerse, y que ha provocado que la oposición se refiera a los diez años de Correa en la presidencia como "la década robada".
Tampoco está ayudando a la candidatura oficialista la sucesión de casos de corrupción que afectan en algunos casos directamente al vicepresidente Jorge Glas, que aspira a revalidar su cargo en estos comicios. El ex-ministro de Hidrocarburos del país, Carlos Pareja Yanuzzelli, actualmente prófugo de la justicia y acusado de ser una figura clave en el escándalo de Petroecuador, acusó la pasada semana a Glas de ser la mano ejecutora detrás de la trama corrupta en la empresa estatal. Pareja Yanuzzelli fue un antiguo aliado del presidente, pero dimitió, y actualmente es uno de sus principales críticos. Este escándalo ha sido contestado por Glas, que ha acusado al ex-ministro de querer perjudicar a Lenín Moreno, y la oposición ha reaccionado a ello pidiendo más investigaciones y señalando a los oficialistas. La campaña se envilece a medida que se acerca la cita con las urnas.
El domingo se sabrá todo. A estas alturas, todos los escenarios son posibles: una victoria de Moreno por la ventaja suficiente para convertirse en presidente sin necesidad de balotaje, o una segunda vuelta que se celebraría el 2 de abril, y que sería una derrota para el gobierno de solamente producirse, ya que podría generar que la oposición en bloque apoyase al candidato que hubiera conseguido clasificarse a la segunda vuelta, y que éste consiguiera la presidencia. La oposición quiere que Ecuador sea el próximo país en romper con la influencia del ALBA, eligiendo para ello un presidente o presidenta de ideología conservadora, como ya han hecho algunos países. En todo caso, estas elecciones serán por supuesto un juicio a la labor de Rafael Correa como presidente. Este fin de semana se sabrá si gana o pierde.
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