La llegada de Schulz a la candidatura se ha producido por una serie de carambolas. La primera se produjo tras las elecciones al Parlamento Europeo de 2014, en las que el alemán se presentaba como candidato socialista a la presidencia de la Comisión. Cuando el Partido Popular Europeo venció las elecciones y el luxemburgués Jean-Claude Juncker fue nombrado presidente de la Comisión Europea, Schulz se aferró a la presidencia del Parlamento Europeo por lo menos durante la primera mitad de la legislatura europea. Durante estos años, se había rumoreado sobre el hipotético interés que Schulz podría tener en participar en las elecciones a la cancillería. Sin embargo, pronto rehusó a participar en esas elecciones ante el miedo de ser derrotado en las primarias del partido por el líder y actual vicecanciller y ministro de Asuntos Exteriores Sigmar Gabriel.
La segunda carambola empezó a tomar forma en noviembre de 2016, cuando Schulz anunció su decisión de dimitir como presidente del Parlamento Europeo y buscar su elección como diputado en el Parlamento alemán en las siguientes elecciones. Probablemente entonces ya supiera la decisión de Sigmar Gabriel de no ser el candidato. No fue hasta el 24 de enero cuando se anunció que el presidente del Parlamento Europeo sería el cabeza de cartel del SPD para los comicios, sustituyendo a un Gabriel quemado por su cercanía a la canciller Merkel y al ala más conservadora del partido, y cerrando de esta manera el círculo de carambolas a su favor. Martin Schulz pasaba entonces a ser el depositario de todas las esperanzas de la maltrecha socialdemocracia alemana, pero su cambio de discurso como nuevo líder del partido trajo consigo un aumento exponencial en las encuestas. El SPD volvía al partido.
Para muchos, no existía ninguna opción de victoria o de buen resultado para el SPD, convertido en báculo de la CDU desde las elecciones de 2013, y anteriormente durante la legislatura de 2005 a 2009. El mal resultado obtenido por los socialdemócratas entonces, que sin embargo hacía posible una gran coalición progresista, produjo que los líderes del partido decidieran negociar una rendición y acordar el gobierno con Merkel. El SPD recibió seis ministerios en el reparto, incluido el de Asuntos Exteriores. Sin embargo, su unión con el partido de Merkel, responsable de la mayor parte de medidas económicas de ajuste que han afectado a muchos países europeos, provocaba que la formación fuera poco creíble a la hora de presentarse como alternativa a la todopoderosa canciller. Esto cambió con la salida de Sigmar Gabriel de la candidatura.
El perfil de Martin Schulz es completamente diferente al de su antecesor, y viene avalado por su gestión en el Parlamento Europeo, donde ha desarrollado gran parte de su carrera política profesional. Fue elegido por primera vez como eurodiputado en 1994, presidiendo de 2000 a 2004 la delegación de su partido en la cámara, y siendo elegido líder del grupo socialista en la Eurocámara en 2004. Desde allí, medrando poco a poco, Schulz se fue haciendo con un lugar fundamental en la política comunitaria, lo que provocó su elección como presidente de la cámara en 2012, sustituyendo al polaco Jerzy Buzek. Su labor al frente de la cámara europea ha sido muy valorada, y todos destacan su talante negociador y su capacidad para adaptarse a las circunstancias más difíciles, como los encuentros con los presidentes de Turquía e Irán. Es ante todo un pro-europeo ferviente.
La principal duda al respecto de la capacidad de Schulz para ser elegido como canciller radica en que no ha estado presente en la política nacional de su país en los últimos años. Es cierto que durante su campaña a la presidencia de la Comisión Europea, el hoy candidato a canciller hizo un gran esfuerzo por aparecer en los medios de su país, intentando que le conocieran. Pero esto podría no ser suficiente, y más cuando empiece la verdadera campaña. Todo queda por decidir, sin embargo es innegable que su popularidad en las encuestas le avala, y que su tono, que aleja la posibilidad de que la gran coalición con la CDU se repita, está animando a personas que de otra manera se quedarían en casa a participar en estas elecciones.
Enfrente, Martin Schulz tendrá a la rival más difícil de todas, una Angela Merkel en busca de su cuarta victoria consecutiva. Ningún socialdemócrata ha podido siquiera acercarse a vencerla, y solamente han podido unirse a ella. Merkel tiene sin embargo más difícil que nunca seguir en el poder, siempre según las encuestas. Es improbable que su coalición con el SPD se revalide ahora que Schulz está al frente, y las relaciones entre la canciller y la Unión Social Cristiana (CSU), su partido en Baviera, no pasan por su mejor momento ante la política aplicada por la canciller en el asunto de los refugiados, muy blanda según los bávaros. La única y arriesgada alternativa de Angela Merkel para continuar siendo canciller si éstos son los resultados en las elecciones podría pasar por buscar una alianza con el partido Alternativa por Alemania (AfD), de ideología xenófoba y contraria a los refugiados. Este acuerdo, sin embargo, no parece muy probable.
En cuanto a Martin Schulz, la única posibilidad de convertirse en el próximo canciller alemán pasa por construir una alianza junto a las dos formaciones progresistas del país germano: Die Linke y Los Verdes. Estos partidos ya se unieron durante el mandato de Schröder. Todo sería más fácil para el SPD si consiguieran ganar las elecciones, algo que, a la vista de las últimas encuestas, no parece una misión imposible. En el total, el SPD está a apenas 2 puntos porcentuales de la CDU, y cuenta con la ventaja de que su candidato no está tan quemado como Merkel. No está tan claro, sin embargo, que las dos formaciones vayan a facilitar el hipotético acuerdo con el SPD, al que acusan, por lo menos Die Linke, de complicidad con la canciller Merkel.
El sueño vuelve a vivir para un SPD que en próximas fechas tendrá un presidente, el ex-ministro de Exteriores Frank-Walter Steinmeier, elegido recientemente como próximo jefe de Estado teutón en sustitución de Joachim Gauck. Todo puede mejorar el próximo 24 de septiembre, con un presidente y un canciller. Ese día se acabará la incertidumbre, en la que es la elección más incierta desde 2005, cuando Angela Merkel derrotó al entonces canciller Gerhard Schröder. ¿Conseguirá la canciller echar mano de su espíritu de supervivencia y levantar el vuelo en los próximos meses? ¿Será en cambio el momento de Martin Schulz, y de un cambio sustancial en las políticas del país que hoy por hoy es el motor de Europa? ¿Cuál será el resultado de AfD en los comicios? Todas estas incógnitas quedarán despejadas en unos meses, pero lo que sí está claro es que queda mucho por decir en estas elecciones.
ABOUTME
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