Han pasado apenas tres semanas
desde que Donald Trump tomó posesión como 45º Presidente de los Estados Unidos,
y a pesar de que muchos apuntaron a que el día a día de la presidencia y el
poder real le moderarían, no parece que esto vaya a ser así. Medidas como la
prohibición a ciudadanos de media docena de países de mayoría musulmana de
viajar a los Estados Unidos ha provocado una oposición mundial casi unánime, y
ha asustado a muchos, temerosos de lo que el presidente pueda hacer después.
Sin embargo, Trump no es el primero que propone este tipo de medidas
segregacionistas. Hace 50 años, hubo otro candidato presidencial que proponía
políticas de corte similar y que también daba mucho miedo a mucha gente: el
gobernador de Alabama George Wallace.
Al contrario que Trump, Wallace
pertenecía al Partido Demócrata. Sin embargo, era un demócrata sureño. La
formación estaba entonces dividida entre los demócratas de las costas, más
progresistas y abiertos, como Jack y Bobby Kennedy, Hubert Humphrey o Adlai Stevenson,
y los demócratas del interior, que defendían valores como la segregación, tanto
por color como por sexo. Uno de los mayores representantes de esta tendencia
era Richard Russell, senador por Georgia, y fundador y líder de la llamada “coalición
conservadora”, que unió de 1937 a 1963 a los conservadores de ambos partidos en
la oposición a las medidas progresistas. Russell era el mentor de Lyndon
Johnson, que aunque comulgaba con alguna de sus ideas, nunca fue tan
conservador como él.
El caso de George Wallace, sin
embargo, es aparte. Procedía del estado de Alabama, uno de los más
conservadores, en que se aplicaban leyes arcaicas y en el que la causa racial
era un gran problema. Inició su carrera en la judicatura, y en 1958, se
presentó a las primarias demócratas en las elecciones a gobernador del estado. Los
demócratas eran el partido hegemónico del estado, y Wallace tenía esperanzas en
ganar. Sin embargo, su principal rival fue apoyado por el Ku Klux Klan y él por
una asociación que promovía la integración de las personas de color. Wallace
fue derrotado, y echó la culpa de ello al apoyo del colectivo negro. A partir
de entonces, cambió el tono, convirtiéndose en un ferviente segregacionista.
Esto le facilitó su victoria a la
segunda, convirtiéndose en gobernador de Alabama de forma contundente en 1962. El 14
de enero de 1963, Wallace tomó posesión de su puesto, con un discurso que
marcaría todo su mandato, y que pasó a ser conocido por una de sus frases, “Segregación
ahora, segregación mañana, segregación siempre”. En su campaña, Wallace había
hecho oídos sordos a las exigencias de la administración Kennedy acerca de la desegregación,
y aseguró que él no permitiría que un alumno negro pudiera matricularse en una
universidad, como sí hizo James Meredith en Mississippi. Su discurso fue todo
un reto a la Casa Blanca, una muestra de que Wallace sería un hueso duro de
roer.
Sus primeros meses como
gobernador estuvieron plagados de leyes pro – segregación. Wallace tuvo que
afrontar el envío de tropas del Ejército a la universidad de Alabama por parte
del gobierno federal para permitir la inscripción de dos estudiantes negros, y
se opuso a la integración de éstos en los centros escolares. El gobernador
criticó estas medidas del gobierno afirmando –“El Presidente quiere que
rindamos este estado a Martin Luther King y a su grupo de comunistas”.
Consciente de que se había convertido en una figura clave en la oposición a
Kennedy, anunció su decisión de participar en las primarias demócratas
solamente unos días antes de que el presidente fuera asesinado en Dallas.
Wallace no consiguió la victoria contra Lyndon Johnson, que sustituyó a Kennedy en las primarias de 1964, aunque sí que obtuvo un muy respetable 10% en las primarias, logrando excelentes e inesperados resultados en algunas primarias. Se volvió a centrar en Alabama, convirtiéndose en primer caballero del estado cuando su esposa, Lurleen, fue elegida en 1965 ante la imposibilidad de la reelección inmediata. Su objetivo seguía siendo la Casa Blanca, y de cara a las elecciones de 1968, ideó una técnica para conseguir ser elegido presidente, organizando una candidatura con una nueva formación, el Partido Independiente Americano. La Constitución dice que si ninguno de los candidatos obtiene la cifra de 270 compromisarios, será el Congreso quien decida quién será el presidente. Wallace confiaba en ser capaz de partir el voto de Nixon y Humphrey y llegar con opciones a la fase final. No lo logró, aunque ganó en 5 estados, lo que le reportó un número de 46 compromisarios.
La vida de George Wallace cambió definitivamente el 15 de mayo de 1972. Por terceras elecciones consecutivas, Wallace, que volvía a ser gobernador de Alabama tras derrotar in extremis a su rival, era candidato a las elecciones, y por primera vez, partía con posibilidades de alcanzar la victoria contra el presidente Richard Nixon. Sin embargo, cuando se encontraba realizando un mitin en Laurel, Maryland, Wallace fue disparado en cinco ocasiones por un hombre llamado Arthur Bremer. Fue rápidamente trasladado al hospital y consiguió salvar la vida, sin embargo, quedó paralizado de cintura para abajo de por vida por una bala que quedó alojada en su columna vertebral. El gobernador consiguió ganar algunas de las primarias, pero no tuvo otro remedio que retirarse de la carrera presidencial, que fue finalmente ganada por el senador George McGovern. Wallace fue uno de los oradores en la Convención Nacional Demócrata de ese año, recibiendo una gran ovación de los allí presentes, en su ya característica silla de ruedas.
A partir de entonces, su estilo político se suavizó. Se declaró cristiano renacido en la segunda mitad de los años 70, y se disculpó ante los líderes de los derechos civiles por todas las acciones partidarias de segregación que había llevado a cabo. En 1982, volvió a presentarse al puesto de gobernador de Alabama, siendo elegido, y empezó a introducir a nombrar a personas de color como miembros del gobierno estatal. Para muchos, el atentado sufrido contra su vida le humanizó. George Wallace falleció en 1998 a los 79 años, pidiendo perdón a los afroamericanos por todas sus políticas racistas y pro-segregación en los últimos años de su vida.
Durante la campaña de Donald Trump, las comparaciones con el estilo de George Wallace fueron frecuentes. Wallace señaló a los negros como los enemigos, y prometió que si alcanzaba la presidencia, actuaría para acabar con la financiación a los estados que aplicaran el final de la segregación. Trump, por su parte, ha elegido como enemigo a eliminar a los extranjeros que llegan a América. Wallace no llegó a la presidencia, y tras sufrir un atentado, fue suavizando sus posturas más extremistas hasta abominarlas. En el caso de Trump, sí que ha llegado a la presidencia. Por tanto, sus próximas acciones tendrán mucho que ver con cuestiones ideológicas, y son un ejemplo de lo que podría haber hecho Wallace si hubiera llegado al poder.
ABOUTME
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