Dedicado a todas las víctimas de los atentados de París
Ya se extinguió el eco de las
balas. Los líderes internacionales regresan a sus países después de una semana
tristemente inolvidable. París vuelve a recuperar cierto color tras una semana
en que ha habido atentados durante tres días seguidos que se han saldado con 20
muertes. Hubo periodistas, policías y ciudadanos anónimos que tuvieron la mala
fortuna de cruzarse con un asesino sanguinario en algún punto de estos tristes
días. Todos los ojos del mundo se han puesto desde el miércoles por la mañana
en Francia, y concretamente en París, donde todo se ha desarrollado. La
interconexión del mundo favorece que la rapidez con la que Charlie Hebdo y su atentado
se convirtieron en Trending Topic mundial sea posible.
La situación va volviendo a la
normalidad, dentro de lo que cabe. Hoy, las banderas francesas de los edificios
oficiales volverán a ondear en lo más alto de sus mástiles tras acabar el duelo
decretado por el presidente François Hollande, y los ciudadanos empiezan esta
semana deseando que ninguno de los deleznables actos de la pasada semana o
alguno similar se pueda repetir. Sin embargo, la agenda de la política exterior
de los países de la Unión Europea ha cambiado brutalmente, y los luctuosos
hechos de París han vuelto a poner en tela de juicio la seguridad del
hemisferio occidental.
El terrorismo islámico vuelve a
entrar en la agenda mundial con un peso brutal. Estos momentos después de los
atentados recuerdan vagamente a los que acaecieron hace ya 13 años y medio con
el 11 de septiembre en Nueva York. Se siente el mismo medio, es igual de
impredecible lo que pueda pasar ahora. Además, las primeras investigaciones
apuntan a que los asesinos de París pertenecían a una célula de Al-Qaeda en la
Península Arábiga. El peso que se creía tenía esta organización, que había
quedado subsumida en el plano del terrorismo islamista por el Estado Islámico,
es mucho más grande del que se consideraba. Al-Qaeda puede haber vuelto, o tal
vez nunca se fue.
La consecuencia más inmediata en
el campo de la gobernanza internacional es una especie de regreso a la casilla
de salida. Ayer, poco antes de salir a manifestarse en París contra el
terrorismo, los ministros del Interior de la zona euro, y el secretario de Justicia
estadounidense, acordaron que vuelvan a aumentarse los controles en los
aeropuertos para tratar de detener la sangría de islamistas que se marchan a
las zonas de guerra en Asia y después regresan después de haber aprendido
técnicas terroristas en lugares como Siria, Yemen o Libia. Los regresados,
afirman estos políticos, son el mayor riesgo en estos momentos, porque carecen
de escrúpulos para asesinar a personas, como se ha demostrado estos días en
algunas de las imágenes más sangrientas jamás vistas.
De nuevo, las libertades
individuales serán puestas al servicio del llamado interés común, y más de un
partido hará política a partir de esta coyuntura. Más de un partido ya ha
empezado a reclamar sus reivindicaciones cuando la situación aún estaba en
plena efervescencia. En los próximos meses, no será nada extraño que más de una
formación lleve en sus programas el aumento del presupuesto de defensa para
luchar contra el terrorismo, cueste lo que cueste y caiga quien caiga. Lo que me
pregunto, y espero que cada vez más gente lo haga, es cómo estamos en esta
situación de teórico descontrol al respecto del terrorismo islámico tras la
lucha contra el terror que vivimos en los primeros años de este siglo, tras los
atentados de Nueva York.
En 2008, el mundo había gastado
más de 70.000 millones de dólares en la batalla contra el terrorismo
internacional. Este dinero habrá aumentado muy probablemente en los últimos años,
y sale de otras partidas que han quedado minimizadas por la necesidad impuesta
de luchar contra el terrorismo. La palma se la han llevado los Estados Unidos,
que no solamente multiplicaron el gasto en el presupuesto de defensa y crearon
una nueva secretaría, la de Seguridad Nacional, sino que promulgaron la famosa
USA Patriot Act, aprobada por ambas cámaras del Congreso de los Estados Unidos,
dedicada a restringir los derechos constitucionales de los americanos para proteger la libertad del país frente al terrorismo internacional. Los ciudadanos permitieron que se les extrajera ciertos derechos para sentirse seguros, y desde la presidencia se aprovechó para beneficiar a empresas amigas con los costes derivados de este aumento de inversión. Sin embargo, mucha gente lo aceptó si eso les permitía estar protegidos frente al terrorismo.
Los ciudadanos tienen derecho a preguntarse si la lucha contra el terrorismo en la que tanto dinero se ha gastado durante todo este tiempo ha tenido algún éxito. Los detalles que se fueron conociendo con el paso de las horas tras el atentado señalaban que tanto la inteligencia americana como la inteligencia francesa tenían controlados a los hermanos Kouachi, los autores del crimen de Charlie Hebdo, y a Amedy Coulibaly, que asesinó a una policía en Montrouge y tomó a unos rehenes en un supermercado en la Porte de Vincennes. La situación está lejos de estar controlada, y uno es libre de pensar que todas estas vulneraciones de derechos individuales en nombre de la paz que han ocurrido desde 2001 y que es probable que vuelvan a ocurrir a partir de los hechos de París no sirven para acabar con el terrorismo internacional. Habrá que estar muy pendiente a partir de ahora de cuáles son las disposiciones politicas que se hacen a este respecto, y reivindicar que los derechos constitucionales son irrenunciables.
Como periodista que soy, han sido unos días muy duros, puesto que las personas que cayeron asesinadas bajo el pelo de las armas de guerra portadas por los terroristas eran en cierto modo compañeros míos de profesión. La profesión de periodista es una de las más bonitas pero a la vez arriesgadas del mundo por la exposición de los profesionales se ha visto estos días en París. Siempre me impactó profundamente el hecho de que los periodistas fueron asesinados de forma impune. Nunca olvidaré lo incomprensibles que me resultaron los asesinatos de Julio Anguita Parrado y José Couso en 2003, en la guerra de Irak. Habían muerto haciendo su trabajo, y eso era lo que me resultaba impactante. Me impactó más el asesinato de Ricardo Ortega al año siguiente en Haití. Tal vez como homenaje a todos ellos, y sobre todo por vocación decidí estudiar Periodismo.
El ejemplo de los periodistas del "Charlie Hebdo" es inolvidable. Ellos lucharon por la libertad a través de sus dibujos y sus páginas, y por eso fueron asesinados. La libertad de expresión y la de prensa no son matizables ni restringibles, son derechos humanos que hay que respetar y reivindicar siempre. Como leí el otro día, el humor ofende, por supuesto, para eso está. La continuidad de "Charlie Hebdo" puede ser la mejor noticia para la libertad de expresión, y también es importante que los periodistas sigan escribiendo, dibujando y honrando de esta manera tanto a los periodistas asesinados en París como a todos los compañeros a los que mataron antes en todas partes del mundo. El periodismo es patrimonio de la humanidad, y yo me siento muy orgulloso de ser parte de él.
JE SUIS CHARLIE!
ABOUTME
Periodista y comunicador politico que quiere aportar una vision diferente de la politica internacional en todos sus escenarios, fuera de las noticias mas publicadas en los medios clasicos. En activo desde diciembre de 2014, siempre estamos reinventandonos para ofrecer la mejor informacion y la mas interesante.
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