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De buenos y malos

La entrada al campo de concentración de Auschwitz

El pasado viernes, en todos los cines de España, se estrenó la película “Suite francesa”, una adaptación de una novela de una autora judía francesa desconocida para el gran público, Irène Némirovsky, fallecida en Auschwitz durante la Segunda Guerra Mundial. La novela permaneció oculta hasta 2004, cuando una hija de la autora decidió publicarla. La cinta cuenta con el protagonismo de actores como Michelle Williams, Kristin Scott Thomas o Alexandra Maria Lara, y plantea una historia de ficción con tintes de realidad: la historia de la ocupación nazi de Francia, y el perfil humano de los soldados alemanes, así como la actitud de la sociedad civil francesa ante esa ocupación.
El primer extremo ya fue abordado de manera brillante en la serie germana “Hijos del Tercer Reich”, que recogía la historia de 5 amigos alemanes que experimentan diferentes avatares durante la campaña rusa de la Segunda Guerra Mundial, la etapa en la cual el ejército nazi empezó a perder la guerra. A partir de ahí, se empezó a instalar en la sociedad un debate que se ha ido evitando con el paso de los años. En nuestra cultura occidental, hemos preferido siempre pensar de manera simplista que los nazis eran los malos, y los aliados los buenos, y que los nazis eran monstruos desalmados sin emociones humanas.

Esto es de una simpleza aplastante, pero falsa. Psicológicamente, la realidad se nos presenta siempre en código binario, de manera dicotómica, se trata de una forma de apelar a determinadas emociones neurológicas que no controlamos. Lo bueno y lo malo, lo blanco y lo negro, como si no existieran grises. Además no se plantea ningún tipo de problema moral, ya que, sobre todo en la política internacional y bélica, esa dicotomía se utiliza para defender aquello que es justo moralmente, y con esa idea de justicia moral se han movido muchas cosas.

Hubo muchos nazis que fueron auténticos monstruos, los gerifaltes como Adolf Hitler, Herman Göring, Rudolf Hess o Heinrich Himmler fueron los más conocidos, sin embargo, hubo asesinos y genocidas como Adolf Eichmann, el último gran nazi detenido y ejecutado en Israel tras una larga operación internacional para su captura, o Josef Mengele, el “doctor muerte”, un auténtico monstruo que se dedicó a hacer experimentos médicos con los presos, y que escapó de las manos de los cazadores de nazis. Sin embargo, la mano de obra, los soldados alemanes que lucharon en los frentes de toda Europa, no eran en su mayoría monstruos. Eran jóvenes que ingresaban en el Ejército de manera obligatoria, sin convencimiento, y a los cuales les costaba en muchos casos matar a gente. Muchos de ellos lo hacían, pero los remordimientos eran propios de algunos de esos actos. Esta realidad lleva estando frente a nuestros ojos desde el final de la Segunda Guerra Mundial, y no hemos querido verla.

Habría que pensar también que a pesar de que en la mentalidad colectiva, los aliados fueran los buenos y los nazis los malos, los primeros también ejecutaron crímenes y bombardeos. Destruyeron ciudades enteras, atacando a población civil, como el caso de la ciudad alemana de Dresde, que hubo que reconstruir desde cero a partir de planos del siglo XIX.  Evidentemente, los aliados no realizaron un exterminio sistemático de los enemigos, como si hicieron los nazis, pero también cometieron crímenes de guerra. La historia la acaban escribiendo siempre los vencedores, pero cabría también pensar que muchos de los soldados rasos nazis estaban convencidos de que estaban luchando por un objetivo justo, tal y como se refleja en la mencionada serie. 

También preferimos pensar que los nazis fueron descabezados, y que el nazismo fue completamente derrotado. La verdad es como siempre diferente, puesto que solamente las cabezas más identificables, como Hitler, Himmler, Goebbels y Göring, no sobrevivieron a la Segunda Guerra Mundial. Algunos de los acusados en los juicios de Núremberg tuvieron penas ridículas, como Albert Speer, uno de los principales arquitectos de la Solución Final, que solamente tuvo pena de cárcel, y otros ni siquiera fueron procesados, porque huyeron. Es más, a medida que el enemigo pasó a ser la Unión Soviética, se dejó de perseguir a los nazis, muchos de ellos se reinsertaron en la administración pública de la nueva Alemania, y otros fueron cobijados por estados como Argentina en perspectiva de una futura guerra.

La película “Suite francesa” también plantea un tema de una gran sensibilidad en Francia, el de la ocupación y el colaboracionismo. En la propia cinta, queda al descubierto que muchas de las autoridades galas se pusieron de perfil ante los nazis, y muchos de ellos colaboraron con el régimen de Vichy, liderado por Philippe Pétain. La Resistencia y la Francia gaullista, elementos vertebradores del país vecino, tienen más de ficción y de relato político que de realidad. Nada que reprochar, sin embargo, para un país herido en su corazón, como señalaba Charles de Gaulle, que necesitaba reforzar su unión mediante algo en lo que creyese toda la ciudadanía, en este caso la Resistencia como órgano de autoliberación, para evitar que se volviesen unos contra otros y se acusasen de haber sido colaboracionista.

No se trata de ser negacionista. Evidentemente, los actos del nazismo fueron crímenes contra la humanidad, y deben ser condenados con toda firmeza y sin ningún tipo de duda, como por otra parte se ha venido haciendo en las últimas décadas. Sin embargo, podría ser interesante empezar a dejar de un lado la corrección política, y empezar a darse cuenta de que no toda la historia contemporánea es tan limpia y clara como se nos ha mostrado en los libros de historia. No se trata tampoco de ser revisionista, sino de mirar más allá de la realidad que se nos presenta adecuada a los intereses de quienes la marcan, y que es solamente, y como se suele decir, la punta del iceberg de lo que ocurrió en realidad. La realidad oficial siempre es la menos fidedigna de todas.

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Periodista y comunicador politico que quiere aportar una vision diferente de la politica internacional en todos sus escenarios, fuera de las noticias mas publicadas en los medios clasicos. En activo desde diciembre de 2014, siempre estamos reinventandonos para ofrecer la mejor informacion y la mas interesante.

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