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Tierra sobre la primavera árabe

El ex- presidente de Egipto, Mohamed Morsi

No era una sentencia inesperada, puesto que el reo en custodia no era un cualquiera, sino el hasta ahora último presidente del país elegido democráticamente, Mohamed Morsi, pero sin embargo no deja de ser impactante. Un tribunal egipcio condenó la pasada semana al ex – mandatario a morir en la horca por un supuesto delito de espionaje y colaboración con potencias extranjeras. Se trata del proceso que juzga la huida de prisión de Morsi y 24 miembros de los Hermanos Musulmanes tras su detención días antes de que Mubarak fuera derrocado. Según la Policía y el juez, Morsi habría contado con la colaboración de Hezbolá y Hamás para llevar a cabo el atentado. A pesar de que la sentencia aún tenga que ser revisada por una autoridad religiosa, confirma que la revolución de la plaza Tahrir ha degenerado de manera efectiva e indudable, tras un breve tiempo de democracia.

Ésta es la segunda sentencia negativa, dos de dos, contra Morsi después de que fuera víctima de un golpe de Estado militar en el verano de 2013. Se trató de una involución de un ejército que no aceptó el nuevo ‘statu quo’, y que decidió combatir con las armas al presidente con la excusa de que era un miembro de los Hermanos Musulmanes, un grupo religioso islamista con algunas facciones extremistas que se había hecho con el poder en el país de los faraones a partir de la victoria electoral del que se convirtió en presidente. 

La sentencia definitiva al respecto tendrá que esperar hasta el 2 de junio, sin embargo, parece evidente que el destino del que es hasta ahora el único presidente egipcio elegido democráticamente en toda la historia de su país es el patíbulo. La situación judicial de Morsi se ha recrudecido con el paso de los meses, desde su encarcelamiento. Ya ha sido condenado a 20 años de cárcel por unas supuestas torturas a manifestantes, y teóricamente, le esperan tres procesos judiciales más, aunque la pregunta es si, dada la severa condena que pesa sobre el que fuera presidente, éstos llegarán a producirse. 

Es curioso que la pena de muerte a la que ha sido condenado el ex – presidente Morsi no haya sido denunciada internacionalmente, como tampoco lo fue en exceso el golpe de Estado que le derrocó un año después de su elección presidencial democrática. Parece que pesa más el hecho de que perteneciese a los Hermanos Musulmanes, organización estigmatizada, no sin razón en algunos puntos, más que la democracia, puesto que guste o no, Morsi era presidente de Egipto con todas las de la ley, y habría sido de esperar, sobre todo de una Europa que tanto se moja cuando se trata de hablar de democracia en algunos países, una defensa a la democracia. No se produjo, y hoy, Morsi está en la cárcel esperando su ‘fatum’ inevitable.

Egipto fue el segundo país en derrocar a su líder autoritario durante la primavera árabe de principios de 2011, tras Túnez. El país había sido proclamado república en 1952, y desde entonces solamente ha tenido 6 presidentes, considerando como tal al actual ocupante. Los presidentes más conocidos y carismáticos fueron Gamal Abdel Nasser, quien nacionalizó el Canal de Suez en 1956; Anwar el Sadat, quien combatió a Israel en la Guerra de los Seis Días y firmó la paz posteriormente, algo que le valió el Nobel de la Paz y también su asesinato a manos de un grupo de militares disidentes; y su sucesor Hosni Mubarak. Mubarak permaneció 30 años en el poder, pero no pudo frenar la revolución, y tuvo que ceder el poder.

Después de un año de mandato puente de las Fuerzas Armadas, con el mariscal Tantawi al frente, Egipto celebró elecciones democráticas en los meses de mayo y junio de 2012 en las que, tras un largo recuento, fue proclamado ganador el islamista Mohamed Morsi, del partido Libertad y Justicia, conservador. El resultado fue reconocido mundialmente, y una vez tomó posesión, no fueron pocos los líderes mundiales los que no desaprovecharon la oportunidad de hacerse una fotografía con el presidente egipcio y mantener relación con él, entre ellos Barack Obama. Durante su breve presidencia, Morsi apoyó a los islamistas sirios en su lucha contra El Asad y trató de construir la paz con Israel, viejo enemigo de Egipto. 

Todo acabó en junio de 2013, con el aumento de la tensión y la oposición ciudadana al presidente y el golpe de Estado militar, previo ultimátum de 48 horas a Morsi para que atendiera a las necesidades del pueblo o se marchase. El presidente fue capturado por los golpistas, y su puesto lo ocupó el que fuera su ministro de Defensa, Abdel Fattah el Sisi, que venció posteriormente unas elecciones amañadas desde el principio en que fue elegido con un 96% de los votos y tras las cuales todos los organismos internacionales corrieron a felicitarle, desde la ONU al FMI pasando por la Unión Europea. Parece que estos organismos se olviden de que, por muy presidente que sea, El Sisi está en el poder gracias a un golpe de Estado antidemocrático, y es por tanto un dictador militar.

Resulta curioso y hasta cierto punto siniestro que los dos últimos presidentes egipcios, Hosni Mubarak y Mohamed Morsi se encuentren actualmente entre rejas. Mubarak está acusado de numerosos crímenes, pero su elevada edad y su delicado estado de salud hacen casi imposible una condena efectiva al viejo dictador. Sin embargo, Morsi está perseguido por unos y por otros en la lucha del Gobierno militar contra los Hermanos Musulmanes, categorizados ya como organización terrorista y prohibida. Es por eso, por esa lucha contra el terrorismo, que para muchos la dictadura de El Sisi está justificada

El fracaso de la democracia en Egipto es sin duda otro ejemplo más de cómo lo que parecía en 2011 la panacea para toda una región, las primaveras árabes, no han funcionado en ninguno de los tres países donde tuvo éxito en aquella época. Libia sigue inmersa en un conflicto civil, a partir del derrocamiento de Gadafi. Muchos consideran que el sangriento asesinato del dictador fue el comienzo de los errores, porque reabrió heridas e igualó a los ojos del mundo a unos y otros. Túnez parece más estable, pero empiezan a surgir pequeñas fracturas sociales. En muchos partidos se intentó. En Siria, por ejemplo, parece que Bachar el Asad está pudiendo con los islamistas. No hubo revolución, a pesar de que se anticipó, en las monarquías de Marruecos y Jordania. Desde Europa, parecía que todos los países se democratizarían, pero la realidad en todos los sentidos ha sido muy diferente.

Hace unas semanas, el dictador Al Sisi visitó Europa, siendo recibido por los principales responsables de los organismos europeos  y por un buen puñado de jefe de Estado y de Gobierno, entre ellos el Rey y Mariano Rajoy. Esto, además de denotar la absoluta hipocresía de muchos y de ser inmoral, permite afirmar que la supuesta solidaridad europea con los países árabes durante 2011 ha desaparecido, que todo vale, y que se puede recibir con la misma cara a un dictador militar que a un presidente elegido democráticamente. Parece como si, una vez realizadas las primaveras árabes, ya no interese predicar democracia en el mundo árabe, y se les deje a su suerte. Que se maten entre ellos, pensará más de uno.

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Periodista y comunicador politico que quiere aportar una vision diferente de la politica internacional en todos sus escenarios, fuera de las noticias mas publicadas en los medios clasicos. En activo desde diciembre de 2014, siempre estamos reinventandonos para ofrecer la mejor informacion y la mas interesante.

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