Como es por todos conocido, la tragedia volvió a golpear Francia el pasado viernes, con siete atentados simultáneos en el corazón de París que causaron numerosos daños personales y la consternación mundial de las personas que se preguntan cómo ha podido volver a pasar, y qué va a ser del mundo tras esta demostración de poder por parte de los islamistas radicales del ISIS. Todos están con Francia, y quieren demostrarle su cercanía y su amistad en estos momentos de profunda crisis en que todos los cimientos del occidentalismo moderno parecen temblar y estar a punto de romperse. La psicosis colectiva ya es una realidad, y no son pocos los sesudos análisis que señalan que estamos a las puertas de la temida Tercera Guerra Mundial entre Occidente y el mundo islámico, y más concretamente, los terroristas que han vuelto a demostrar que no tienen problema en atacar a población civil.
Esta crisis aún no ha finalizado, y sus consecuencias son impredecibles. Todos los grandes medios informan sobre ello, sin embargo, sorprende la ausencia de análisis de la comunicación de crisis llevada a cabo por los altos cargos de Francia en unos momentos tan delicados. Solamente hubo una pequeña mención de ello, en el telediario del 24 horas francés “France 24” del sábado por la mañana, cuando uno de los invitados afirmó que la comunicación se había llevado de forma muy correcta. El presidente Hollande, el primer ministro Valls, el ministro del Interior Bernard Cazeneuve y la alcaldesa de París Anne Hidalgo han querido dar en todo momento la imagen de que estaban al mando, y de que Francia respondería contundentemente a la tragedia. Resulta interesante seguir el desarrollo de este aspecto de la tragedia no muy estudiado, por razones obvias, pero igualmente importante.
En el momento en que los atentados empezaron a desarrollarse, el presidente de la República Francesa, François Hollande, y el primer ministro galo, Manuel Valls se encontraban en el Stade de France, el majestuoso estadio nacional sito en la localidad de Saint – Denis, a unos kilómetros del centro de París. La selección nacional, entrenada por Didier Deschamps, recibía en casa a Alemania en un partido amistoso de preparación para la Eurocopa, que se disputa el año que viene en suelo francés. Durante la primera parte, sonó un enorme ruido. Los aficionados lo aplaudieron, porque pensaban que se trataba de un cohete o de un petardo. Diez minutos después, sonó otro enorme ruido similar al anterior. Casi simultáneamente, uno de los colaboradores del presidente Hollande le informaba de que París estaba siendo escenario de varios ataques y que debía abandonar el estadio. Tanto Hollande como Valls fueron evacuados discretamente del recinto para ponerse al frente de la grave situación.
El presidente François Hollande en el momento de ser informado de la masacre de París
La noche fue muy larga e infernal para toda Francia, y también para su presidente, primer ministro y miembros del gobierno. Hollande y Valls se encontraron con el ministro Cazeneuve en la sede del ministerio del Interior, en Place Beauvau, para coordinar todas las acciones. El principal acierto fue multiplicar las apariciones de Hollande como una forma de tranquilizar a la ciudadanía, y de asegurarles que existía un gobierno en marcha. Hubo tres intervenciones del presidente en pocas horas. La primera se produjo pasadas las 12 de la noche, mientras la toma de rehenes en la sala de espectáculos Bataclan. En ella, con una emoción palpable y con la voz entrecortada, el presidente calificó la situación de horror, y de un acto de guerra, e informó de que se iba a convocar un Consejo de Ministros extraordinario para aprobar varias medidas de urgencia. Había razones para tener miedo, reconoció, pero había una determinación para vencer a los terroristas. El Consejo de Ministros improvisado aprobó dos medidas clave: la declaración del estado de urgencia en toda Francia, y el cierre de fronteras, para impedir que los terroristas pudieran entrar o salir del territorio francés.
Cuando ocurre un atentado de estas características, el pueblo se siente desprotegido, y por ello, se reúnen y se juntan alrededor del poder. Se trata del fenómeno cierre de filas, o como dicen en el mundo anglosajón, "rally 'round the flag". El poder debe entonces realizar una estrategia encaminada a garantizar la seguridad de la ciudadanía, a dar una sensación de trabajo, una sensación de que se están haciendo las cosas. Está en todos los manuales de comunicación política y de crisis, y la han realizado políticos tan dispares como George W. Bush, tras el 11-S, o Sebastián Piñera, presidente chileno durante la tragedia de los 33 mineros que finalmente acabó bien. El único político que erró completamente esa estrategia, y ello le costó a su partido una sonora derrota en las elecciones generales, fue José María Aznar. El PP perdió las elecciones de 2004 por los enormes errores en comunicación entre el 11 y el 14 de marzo. François Hollande ha realizado de manera brillante la estrategia del cierre de filas en ambas crisis, tanto en la del Charlie Hebdo como en ésta, y ello es de admirar.
François Hollande es para muchos el peor presidente de la historia reciente de Francia. Sin embargo, durante su mandato, ha tenido que afrontar dos situaciones muy difíciles en muy poco tiempo, y parece estar en el camino de salir de ellas de forma correcta. En ellas, el presidente galo ha tenido una estrategia de comunicación de crisis acertada, y la ha conducido de forma brillante. Es cierto que durante la tragedia del Charlie Hebdo le salió muy bien la llamada a la unidad de todos los demócratas, y en esta crisis lo va a volver a intentar. Nicolas Sarkozy ya ha criticado su acción, y puede ponerlo en riesgo. Pero de momento, Hollande está intentado acertar. Habrá que ir teniendo en cuenta sus actividades en los próximos días, para observar si continúa con esa estrategia de comunicación, y si esto le permite recuperar su prestigio como presidente.
El siguiente escenario se produjo instantes después, cuando las fuerzas de seguridad decidieron asaltar el Bataclan para acabar con la situación de toma de rehenes. Había casi 100 muertos, entre ellos los terroristas. Los agentes de seguridad que rodean al presidente Hollande le aconsejaron que, al contrario de lo que él deseaba, no acudiese al Bataclan. Sin embargo, el presidente francés no hizo caso, y decidió trasladarse a la zona, con Valls, Cazeneuve y la alcaldesa Hidalgo. Era el escenario de la matanza, y allí Hollande realizó la segunda intervención de la noche, con un tono un poco más calmado y de hombre de Estado que quería seguir transmitiendo acción por parte del gobierno francés. En esa comparecencia, con Manuel Valls y Bernard Cazeneuve detrás, visiblemente impactados, el presidente dio un paso más en su estrategia de comunicación de crisis. -"Sabemos quién está detrás de los atentados" declaró el presidente. Todos los indicios apuntaban ya al islamismo radical, pero Hollande empezaba ya a insinuar que los datos con los que se empezaba a contar seguían en ese sentido.
La tercera y última comparecencia de François Hollande dentro de las horas que transcurrieron inmediatamente después al atentado se produjo a la mañana siguiente, también en el Palacio del Elíseo. Esa mañana el presidente de la República Francesa había convocado al Consejo de Defensa en la sede de la presidencia gala, y posteriormente un nuevo Consejo de Ministros con todos los ministros y también con los secretarios de Estado. Esa comparecencia fue importante porque, por fin, tras las averiguaciones de Interior, se confirmó que la autoría de los atentados venía de Siria, y tenía un nombre: Daesh, el también conocido como Estado Islámico. Fue un discurso tremendamente duro, en el que el presidente insistió en que el país estaba en guerra, y que el combate contra el Daesh sería sin piedad. Además, proclamó el luto oficial durante tres días, y la colocación de las banderas a media asta, en lo que fue un acto tremendamente solemne. -"Francia es fuerte, e incluso estando dañada, se levanta siempre y nada podrá hacerle daño inclus si la pena nos asalta" declaró.
Desde entonces, François Hollande ha realizado varias intervenciones, y ha tomado varias decisiones importantes y acertadas. La primera fue reunir en el Elíseo en la mañana del domingo a los líderes de los partidos políticos, el primero Nicolas Sarkozy, y también a los presidentes de la Asamblea Nacional y del Senado. La segunda, convocar al pleno de Asamblea Nacional y Senado en el Palacio de Versailles, de manera excepcional, para que se cerrase la aprobación del estado de urgencia. La buena estrategia de comunicación siguió con otros miembros del gobierno. En la noche del sábado, además, el primer ministro Manuel Valls intervino en horario de máxima audiencia en TF1. Habían pasado 24 horas de los atentados, y el jefe del gobierno estaba en la televisión. La estrategia de comunicación de crisis llevada a cabo por el presidente de la República, el jefe de gobierno francés y algunos de sus ministros, y la alcaldesa de París, estaba clara, y se mantuvo de forma continua hasta la actualidad.
La tercera y última comparecencia de François Hollande dentro de las horas que transcurrieron inmediatamente después al atentado se produjo a la mañana siguiente, también en el Palacio del Elíseo. Esa mañana el presidente de la República Francesa había convocado al Consejo de Defensa en la sede de la presidencia gala, y posteriormente un nuevo Consejo de Ministros con todos los ministros y también con los secretarios de Estado. Esa comparecencia fue importante porque, por fin, tras las averiguaciones de Interior, se confirmó que la autoría de los atentados venía de Siria, y tenía un nombre: Daesh, el también conocido como Estado Islámico. Fue un discurso tremendamente duro, en el que el presidente insistió en que el país estaba en guerra, y que el combate contra el Daesh sería sin piedad. Además, proclamó el luto oficial durante tres días, y la colocación de las banderas a media asta, en lo que fue un acto tremendamente solemne. -"Francia es fuerte, e incluso estando dañada, se levanta siempre y nada podrá hacerle daño inclus si la pena nos asalta" declaró.
Desde entonces, François Hollande ha realizado varias intervenciones, y ha tomado varias decisiones importantes y acertadas. La primera fue reunir en el Elíseo en la mañana del domingo a los líderes de los partidos políticos, el primero Nicolas Sarkozy, y también a los presidentes de la Asamblea Nacional y del Senado. La segunda, convocar al pleno de Asamblea Nacional y Senado en el Palacio de Versailles, de manera excepcional, para que se cerrase la aprobación del estado de urgencia. La buena estrategia de comunicación siguió con otros miembros del gobierno. En la noche del sábado, además, el primer ministro Manuel Valls intervino en horario de máxima audiencia en TF1. Habían pasado 24 horas de los atentados, y el jefe del gobierno estaba en la televisión. La estrategia de comunicación de crisis llevada a cabo por el presidente de la República, el jefe de gobierno francés y algunos de sus ministros, y la alcaldesa de París, estaba clara, y se mantuvo de forma continua hasta la actualidad.
Cuando ocurre un atentado de estas características, el pueblo se siente desprotegido, y por ello, se reúnen y se juntan alrededor del poder. Se trata del fenómeno cierre de filas, o como dicen en el mundo anglosajón, "rally 'round the flag". El poder debe entonces realizar una estrategia encaminada a garantizar la seguridad de la ciudadanía, a dar una sensación de trabajo, una sensación de que se están haciendo las cosas. Está en todos los manuales de comunicación política y de crisis, y la han realizado políticos tan dispares como George W. Bush, tras el 11-S, o Sebastián Piñera, presidente chileno durante la tragedia de los 33 mineros que finalmente acabó bien. El único político que erró completamente esa estrategia, y ello le costó a su partido una sonora derrota en las elecciones generales, fue José María Aznar. El PP perdió las elecciones de 2004 por los enormes errores en comunicación entre el 11 y el 14 de marzo. François Hollande ha realizado de manera brillante la estrategia del cierre de filas en ambas crisis, tanto en la del Charlie Hebdo como en ésta, y ello es de admirar.
François Hollande es para muchos el peor presidente de la historia reciente de Francia. Sin embargo, durante su mandato, ha tenido que afrontar dos situaciones muy difíciles en muy poco tiempo, y parece estar en el camino de salir de ellas de forma correcta. En ellas, el presidente galo ha tenido una estrategia de comunicación de crisis acertada, y la ha conducido de forma brillante. Es cierto que durante la tragedia del Charlie Hebdo le salió muy bien la llamada a la unidad de todos los demócratas, y en esta crisis lo va a volver a intentar. Nicolas Sarkozy ya ha criticado su acción, y puede ponerlo en riesgo. Pero de momento, Hollande está intentado acertar. Habrá que ir teniendo en cuenta sus actividades en los próximos días, para observar si continúa con esa estrategia de comunicación, y si esto le permite recuperar su prestigio como presidente.
ABOUTME
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