Las dos ciudades más grandes de Italia, Roma y Milán, elegirán un nuevo alcalde en estas elecciones. En el caso de la capital imperial, la cita con las urnas se adelanta un año, después de la polémica defenestración del alcalde Ignazio Marino, que se produjo en el mes de noviembre, y que provocó un adelanto electoral, previo paso por un mandatario tecnócrata que terminará sus funciones próximamente. Milán, por su parte, elegirá al sucesor del actual regidor, Giuliano Pisapia, que decidió no presentarse a su reelección. Los ánimos en las filas progresistas son bien diferentes a los de hace cuatro años. Entonces, el poder de Silvio Berlusconi estaba de capa caída tras su destitución forzada en noviembre de 2011, y la izquierda se unió para derrotarle definitivamente. Las victorias en Roma y Milán fueron especialmente exitosas, debido a que los perdedores fueron dos exponentes fundamentales del berlusconismo, Gianni Alemanno y Letizia Moratti. Sin embargo, los pronósticos no son buenos esta vez.
En Roma, la batalla estará entre el candidato del PD, Roberto Giachetti, que liderará la coalición más amplia, compuesta por diversas fuerzas de centro izquierda y de centro, y Virginia Raggi, candidata del Movimiento 5 Estrellas (M5S). Según las últimas encuestas, Raggi será la próxima alcaldesa de Roma, ganando la primera vuelta con dificultad, pero imponiéndose ampliamente en la segunda vuelta. A la izquierda, el ex - presidente del PD, Stéfano Fassina, aspira a obtener hasta un 10% de los votos como cabeza de lista de la coalición Sinistra Italiana (SI), que engloba a diferentes fuerzas progresistas. En Milán, la batalla será entre el PD, que en estas elecciones consigue el apoyo de SI, y la coalición de centro - derecha. El resultado es imprevisible, y bien podría darse el caso en el que la fuerza gubernamental pudiera ser derrotada en ambas.
Matteo Renzi, desde su llegada al poder en el partido en las primarias de diciembre de 2013, ha seguido la tendencia de algunos nuevos líderes progresistas en el sentido de alejarse progresivamente de los viejos postulados de la izquierda y abrazar ideas como las planteadas por el New Labour en años anteriores. Esto provocó que algunos de sus rivales internos le pidieran que hiciera más políticas progresistas, y que no se dejase llevar por las influencias de otros líderes que le animaban a seguir en ese sentido. A pesar de las peticiones internas, Renzi no hizo caso, y continuó con políticas difíciles de entender por las bases, como el pacto de la ley electoral con Silvio Berlusconi y su partido. Sin embargo, las elecciones al Parlamento Europeo dieron un importante espaldarazo al PD, que venció de manera contundente, y dejaron a Forza Italia, el partido de Berlusconi, en la tercera posición.
Pero pronto empezaron las fugas importantes por la izquierda del primer ministro. La primera fue la de Nichi Vendola, líder del partido Sinistra, Ecologia e Libertà (SEL), que había concurrido a las elecciones de 2013 en coalición con el PD, suministrando al candidato, Pier Luigi Bersani, muchos votos de la izquierda. Vendola rompió desde el principio con Renzi, a pesar de su deseo inicial de que el gobierno funcionase, y se llevó con él a todos sus diputados, que formaron un grupo parlamentario propio. El siguiente en abandonar las filas del PD fue Pippo Civati. Civati se había presentado a las primarias de 2013 contra Renzi, y había sido el candidato menos votado, pero posteriormente se convirtió en uno de los mayores críticos del primer ministro. Tras mostrarse en contra de un alto porcentaje de las medidas aprobadas por el gobierno, Civati decidió sumarse al grupo mixto en mayo de 2015, y fundó un partido, Possibile, unas semanas después. Esta fuerza política tiene también antiguos miembros del Movimiento 5 Estrellas.
Aunque parezca en principio difícil, ante el hecho de que Renzi es el líder del principal partido de centro izquierda, son precisamente las fuerzas progresistas las que más daño le pueden hacer a su futuro político. Sinistra Italiana, la gran coalición progresista alternativa a la mayoría gubernamental, amenaza con conseguir un buen puñado de votantes fieles en estas elecciones que se podrían convertir en permanentes de cara a las elecciones de 2018. Tampoco hay que perder de vista a Possibile, puesto que plantea un giro a la relación del PD con el M5S hacia una mayor tolerancia y convivencia mutua. Finalmente, entre las fuerzas que aspiran a robarle votantes al PD en estas elecciones está el Partido Radical, una formación política de "issues", que defiende que cese la prohibición sobre la marihuana o sobre la eutanasia, y que se define con tres ejes: federalistas, laicos y ecologistas. Su cara visible es Marco Cappato, presidente de la formación, eurodiputado entre 1999 y 2009, y candidato a la alcaldía de Milán.
Una derrota en las elecciones de este mes de junio puede abrir una rebelión a bordo en el PD. Renzi venció las primarias de 2012 con más del 60% de los votos, y su liderazgo no ha sido discutido seriamente en el partido. Sin embargo, si los progresistas no consiguen mantener por lo menos una de las dos ciudades más pobladas del país transalpino, pueden surgir voces que discutan el poder omnímodo del primer ministro en el interior de su propio partido, y que sugieran su sustitución por un líder más progresista que pueda volver a dar la batalla por la izquierda, y que recupere a todos los desencantados que han dejado de lado al partido en estos años. Las encuestas no sonríen a Renzi, que si bien ganaría sin demasiada dificultad la primera vuelta en 2018, caería derrotado de manera contundente por Beppe Grillo en la segunda vuelta, introducida como novedad en la reforma electoral Italicum aprobada en 2014 para impedir el bloqueo institucional endémico del país.
Matteo Renzi se juega gran parte de su futuro político y de su crédito en los próximos meses. Además de las elecciones de junio, el gobierno deberá enfrentarse a una importante prueba, con el referéndum que se celebrará en el próximo mes de octubre para dirimir si la población italiana aprueba el proyecto de reforma constitucional realizado por el primer ministro y la ministra de Reformas Constitucionales Maria Elena Boschi. Esta revisión de la Carta Magna prevé entre otros elementos la reducción de diputados y senadores y la readecuación de las funciones del Senado para que sea una auténtica cámara de representación territorial. El PD y sus socios defienden el sí, mientras que Forza Italia y M5S, entre otros, rechazan la reforma. Los sondeos muestran en estos momento un empate técnico entre ambas posturas. Si el no vence en el referéndum, y el PD no gana en ninguna ciudad importante, el escenario más probable sería el de un adelanto electoral. Entonces tal vez Renzi eche de menos a sus viejos socios progresistas, pero puede ser demasiado tarde.
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