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Un buen rey

El 8 de mayo de 1945, la Segunda Guerra Mundial concluyó en Europa. Fue un día de fiesta en las principales ciudades del continente, celebrando el final de un conflicto bélico que había causado millones de bajas, y había marcado a la sociedad de la época. Una de las que más celebró fue Londres, castigada por los bombardeos nocturnos que durante un año realizó la aviación alemana, y que dejaron una ciudad destruida en su mayor parte. Aquella noche, todos los súbditos del Imperio pudieron oír por el medio de masas de la época, la radio, una voz ronca y dubitativa pero firme que agradecía al pueblo su esfuerzo y su entereza durante la guerra. Era la voz del rey Jorge VI, pieza clave de la resistencia británica a la invasión alemana. El monarca actuó durante los años de la guerra con firmeza y decisión, y se procuró una eterna reputación como símbolo de su país en los momentos más duros.

Jorge VI, nacido como Albert Frederick Arthur George Windsor, no nació para ser rey. Nació en 1895, y fue el segundo hijo del entonces duque de York, y de su esposa Mary de Teck. El duque de York era el nieto mayor de la reina Victoria, todavía en el poder cuando su biznieto nació, y el hijo del Príncipe de Gales, el futuro Eduardo VII. Su hermano mayor, el príncipe Eduardo, era el heredero designado al trono. En 1901, falleció la reina Victoria, y su hijo accedió al trono. Menos de diez años después, Eduardo VII murió, y Jorge V, el padre del futuro Jorge VI, se convirtió en rey. Su hijo Albert recibió entonces el título de duque de York. La infancia del futuro rey, apodado Bertie por sus hermanos, fue complicada y amarga. No tenía una relación fluida con sus padres, además de una serie de dolencias, como problemas crónicos de estómago, provocados por la falta de alimentación habitual. Asimismo, era zurdo, pero como era práctica frecuente en aquella época, le obligaban a escribir con la mano derecha, lo que le provocó problemas de dislexia. Lo que marcó la infancia y juventud del príncipe Albert fue la muerte de su hermano pequeño, el príncipe John, en 1919, víctima de la epilepsia.

El príncipe Bertie participó en la Primera Guerra Mundial, en la RAF (Royal Air Force), pero sufrió una úlcera duodenal de la que tuvo que ser operado. Volvió a la guerra meses después, convirtiéndose en el primer miembro de la familia real británica en ser un piloto plenamente cualificado, con el puesto de líder de escuadrón. En 1923, se casó en la abadía de Westminster con Elizabeth Bowes-Lyon, Lilibet, que le había rechazado varias veces, pero que por fin accedió a contraer matrimonio con él. La mujer del príncipe Albert sedujo a su nueva familia política, y tanto el rey Jorge VI como la reina Mary adoraban a su nuera. En 1926, el matrimonio tuvo su primera hija, la princesa Elizabeth, que no era la heredera al trono en el momento de su nacimiento, pero acabaría subiendo al trono. La segunda hija, Margaret, nació en 1930. El matrimonio se instaló en una casa en el barrio londinense de Piccadilly. Bertie y Lilibet rodearon a sus hijas del amor que le había faltado al rey en su infancia, y dieron esperanzas a aquellos monárquicos que veían con recelos crecientes la soltería del príncipe de Gales y que empezaron a mirar hacia la joven familia como el futuro de la corona británica.

El rey de Gran Bretaña Jorge VI, que reinó entre 1936 y 1952

Uno de los episodios más conocidos de su vida, recogido en la película "El discurso del rey", se refiere a su acusada tartamudez, que hacía casi imposible que hablase en público. La obstinación de su esposa hizo posible que los caminos del futuro Jorge VI y del terapeuta australiano Lionel Logue se unieran. El estilo desenfadado y heterodoxo de Logue supuso una bocanada de aire fresco para el paciente, acostumbrado a adustos doctores con disparatados remedios que no mejoraron su situación. El duque de York pronunció en 1925 un discurso radiofónico en la clausura de la Exposición del Imperio Británico en Wembley en el que se puso nervioso y casi no pudo articular palabra. El australiano consiguió que su real paciente tuviera la confianza suficiente y los mecanismos corporales suficientes para pronunciar discursos públicos sin que apenas se notase el tartamudeo, manifestado en su dificultad de arrancar las frases. En 1927, en una visita a Australia junto a su esposa, el príncipe Albert habló sin problemas, demostrándose su gran mejora. El duque de York continuó su tratamiento con Lionel Logue durante más de 20 años.

1936 fue el año clave en la vida del príncipe Albert. El 20 de enero, el rey Jorge V murió en el palacio de Sandringham. Su hijo mayor le sucedió con el nombre de Eduardo VIII. Sin embargo, el nuevo rey estaba más preocupado por casarse con la americana Wallis Simpson, doblemente divorciada, algo inaceptable para la puritana sociedad inglesa, puesto que cualquier matrimonio convertiría a Simpson en reina de Inglaterra. La situación generó una crisis constitucional sin precedentes, que solamente se resolvió cuando el rey accedió a abdicar, una vez quedó claro que no iba a abandonar a su pareja. El siguiente en línea era el duque de York. que tenía mucho miedo ante la perspectiva de convertirse en rey. Aceptó, ante la situación, y decidió tomar como nombre real Jorge VI, en homenaje a su padre. Su coronación se produjo el 12 de mayo de 1937 en la Abadía de Westminster. En sus primeros años de reinado, Jorge VI tuvo que lidiar con el crecimiento de los totalitarismos, especialmente el de Adolf Hitler. El rey no dudó en apoyar a su primer ministro Neville Chamberlain cuando éste regresó de Alemania seguidamente a la firma de los Acuerdos de Múnich. Europa avanzaba inexorablemente hacia la guerra.

Gran Bretaña declaró la guerra a Alemania en septiembre de 1939 tras la invasión nazi de Polonia. El rey pronunció un importante discurso en el que trató de infundir ánimos a la población civil ante el conflicto bélico, y para el que contó con la colaboración de Logue. Jorge VI y su familia jugaron un rol simbólico básico durante la guerra, negándose a abandonar Londres y sometiéndose a las mismas condiciones que el resto de ciudadanos de la capital, como por ejemplo las cartillas de racionamiento o los cortes de agua y luz. En septiembre de 1940, empezaron los bombardeos nazis, y uno de ellos se produjo en el Palacio de Buckingham cuando la Familia Real se encontraba en su interior. Las imágenes de los reyes recorriendo las zonas más afectadas por la guerra dieron la vuelta al mundo, y fueron parte del legado del rey Jorge VI. Una figura clave y básica fue la de Winston Churchill, con el que el monarca se llevó bien desde su toma de posesión, y que fue un apoyo político y moral fundamental. Jorge VI y Churchill formaron un dúo irrepetible. Gran Bretaña resistió al invasor, y no se dejó asustar por el Blitz ni por otros bombardeos. La guerra terminó en mayo de 1945, con un rey triunfal que celebró moderadamente la paz, y que fue aplaudido por todos por su papel en el conflicto.

La princesa Isabel, la reina consorte Isabel, el primer ministro Winston Churchill, el rey Jorge VI y la princesa Margarita saludan al público desde el balcón del Palacio de Buckingham el día de la Victoria en Europa

A partir del final de la guerra, sin embargo, Jorge VI inició su crepúsculo, tanto personal como político. Políticamente, tuvo que asistir al desmembramiento del Imperio Británico, con la independencia de India, Birmania y Palestina, y a la pérdida de influencia del país en el plano internacional, además de a la sorprendente derrota de Churchill en las primeras elecciones de la guera. A nivel personal, el monarca contrajo una serie de dolencias, la más seria un cáncer de pulmón provocado por su tabaquismo. La tensión de la guerra desembocó en una serie de patologías de diversa consideración que mellaron su salud hasta el extremo de convertirle en un anciano apenas cumplidos los 55 años. El rey fue apagándose progresivamente, hasta que el 6 de febrero de 1952, de manera inesperada, fue encontrado muerto en su cama. La causa del fallecimiento fue una trombosis coronaria. Su hija Isabel, que se encontraba de viaje oficial en Kenia, volvió precipitadamente a Gran Bretaña, convertida ya en la reina Isabel II, que había de ser la monarca más longeva de la historia, y que aún hoy reina. Jorge VI fue enterrado en la capilla de San Jorge, en el Palacio de Windsor.

En Londres, existe una larga calle que une Trafalgar Square y el palacio de Buckingham. Más o menos a la mitad, en los Carlton Gardens, hay una estatua del rey Jorge VI, y otra de su esposa. El legado que dejó este monarca fue positivo. Cuando se hizo con el poder, la popularidad de la monarquía se encontraba en mínimos absolutos después de la insólita abdicación de su hermano. Su reinado estuvo protagonizado por la guerra primero y por la independencia de las colonias después, sin embargo, su valentía personal y su carácter integrador hicieron que fuera recordado como un buen rey. Ser rey le daba miedo, pero al final, hizo historia. 

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Periodista y comunicador politico que quiere aportar una vision diferente de la politica internacional en todos sus escenarios, fuera de las noticias mas publicadas en los medios clasicos. En activo desde diciembre de 2014, siempre estamos reinventandonos para ofrecer la mejor informacion y la mas interesante.

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