La alcaldesa de Roma, Virginia
Raggi, se encuentra en una difícil posición apenas unos meses de haber llegado
al poder tras ganar por amplia mayoría las elecciones municipales en la ciudad
imperial. Su promesa de ordenar la situación política en la ciudad tras los
importantes problemas en los últimos años parece papel mojado en estos
momentos, con problemas administrativos, económicos y personales que afectan a
la regidora y que podrían incluso dañar seriamente la imagen de su partido, el
Movimiento 5 Estrellas (M5S), en su camino al poder.
Las elecciones municipales del mes de junio supusieron una importante derrota para el Partido Democrático de
Matteo Renzi, que perdió una buena parte de su poder local con derrotas en
ciudades como Brindisi, Trieste e incluso Turín, donde el alcalde saliente,
Piero Fassino, ganó la primera vuelta, pero fue derrotada por la candidata del
M5S en segunda vuelta de forma inesperada. La elección más determinante fue,
sin embargo, la de Roma, donde la joven abogada Virginia Raggi ganó con un 67%
de los votos a Roberto Giachetti, candidato del PD.
La situación política en Roma era
particularmente complicada, después de que el alcalde elegido democráticamente,
el médico Ignazio Marino, fuera destituido y sustituido por un gobierno
tecnócrata dirigido por Francesco Paolo Tronca. La capital italiana ha sido
escenario de diferentes escándalos de corrupción económica y política en los
últimos años, y ello favoreció que Raggi, con su discurso contrario a los
políticos tradicionales y su capacidad de apelar a un amplio sector de
votantes, accediera al poder, dando la primera gran victoria al partido de
Beppe Grillo.
Virginia Raggi, primera mujer en
alcanzar la alcaldía de la ciudad imperial, representaba ante todos un perfil
diferente al tradicional. Con apenas 38 años, y abogada civilista, la nueva
alcaldesa participó en la creación del M5S, el gran triunfador de las
elecciones italianas de 2013, año en que pasó a ser concejala del ayuntamiento.
Fue una de las principales beneficiadas del lío político en la capital, y su
perfil intachable jugó a su favor en su elección como candidata. Nada pudo
contra ella su rival en segunda vuelta, que denunciaba que Raggi tendría muchas
dificultades a la hora de gestionar el día a día en el ayuntamiento.
Sin embargo, la luna de miel de
Raggi con los romanos parece haber acabado cuando ni siquiera se han cumplido
tres meses desde su acceso al poder. Tal y como preconizaban sus rivales, la
alcaldesa parece ahogarse en la gestión administrativa del consistorio, con
cambios constantes en su equipo por razones diferentes. El 1 de septiembre
empezó la debacle, con la renuncia de cinco miembros de su entorno más cercano,
entre ellos su jefa de gabinete, la tercera desde que tomó posesión, y su
responsable de Finanzas. Todos adujeron falta de entendimiento con Raggi. El
líder del M5S, Beppe Grillo, que se había retirado de la primera plana de la política, intentó mediar en el conflicto, pero desistió casi
inmediatamente.
En las mismas fechas, se filtró
un importante escándalo de corrupción que afectaba directamente a otra persona
del equipo de la alcaldesa, Paola Muraro, investigada por delitos ambientales y
por su relación con Mafia Capital, una red criminal que consiguió la
infiltración mafiosa en el ayuntamiento. El caso Muraro era todavía más grave
cuando se reveló que tanto Raggi como el favorito para ser candidato del M5S a
primer ministro, Luigi di Maio, conocían las investigaciones y no dijeron nada
para evitar una nueva destitución en el equipo de la alcaldesa. La revelación
de esto provocó una gran polémica.
Tampoco se ha metido mano a los
problemas existentes en el funcionamiento de la ciudad, tales como la
acumulación de basura en las calles, la avería de los transportes públicos o la
falta de dinero en el ayuntamiento para la reparación de las calles, lo que ha
provocado que Roma sea cada vez menos turística. Los problemas que alzaron al
M5S al poder en Roma siguen sin arreglarse, y esto provoca desesperación en la
ciudadanía, especialmente entre la amplia mayoría que votó a Raggi hace unos
meses.
Esta situación, además, tiene su
trascendencia en la política nacional transalpina. El descrédito de los partidos
tradicionales ha seguido calando en los últimos años, y ni siquiera el fuerte
liderazgo de Matteo Renzi ha conseguido frenar su descenso en las encuestas, y
el aumento del M5S, visto por muchos como el partido que habría de liderar
Italia en un futuro próximo, y como tal lo veían las encuestas. Sin embargo, la
mala gestión de Raggi en Roma ha provocado que el PD vuelva a crecer en los
sondeos, y que el asalto al poder de los ‘grillini’ pueda quedar en suspenso.
Las críticas a la situación en la capital se extienden de izquierda a derecha,
y una de las más habituales es que no saben gestionar el ayuntamiento.
Desde que en 2008 Walter Veltroni
dimitió como alcalde de Roma para ser el candidato del PD en las elecciones
anticipadas de ese año, la ciudad imperial se ha sumido en una era de oscuridad
política. A Veltroni le sucedió Gianni Alemanno, figura clave del partido de
Silvio Berlusconi. Alemanno fue un alcalde duro y polémico, pero muy popular,
cuyo mandato acabó con una sorpresiva derrota en las municipales de 2013 y que
ha sido implicado en el caso Mafia Capital. El siguiente alcalde fue Ignazio
Marino, un reputado profesional que cometió el error de enemistarse con Matteo
Renzi, lo que, con el pretexto de una serie de errores políticos, derivó con su
destitución el año pasado. Virginia Raggi parece seguir hasta el momento con
esta trayectoria.
En los últimos tiempos, con la extensión de la desconfianza con la política por todo el hemisferio occidental y la continuidad de la crisis económica, la palabra cambio ha estado presente en diferentes campañas en varios países, a todos los niveles. La entrada de neófitos en la política supone un necesario soplo de aire fresco en las arcaicas instituciones, sin embargo, es necesario que esos nuevos políticos sean conscientes de lo que se juega realmente en la política, y de que la campaña y la gestión son dos elementos diferentes y de diferente gestión.
A favor de Virginia Raggi corre
que le queda mucho tiempo de mandato, y que aún puede corregir el rumbo. Si se
rodea de los asesores adecuados, traza unas líneas claras en su mandato y
arregla los problemas más sangrantes de Roma, puede remontar el vuelo. Hasta
entonces, todos los errores serán los de su partido, un M5S que lleva casi
cuatro años preparándose para ser una alternativa a los partidos clásicos, pero
que, en su primera muestra real de poder, no está quedando nada bien. En todo
caso, la nueva política debe demostrar, tras alcanzar el poder, que sabe
desempeñarlo. Esto es lo que debe recordar Raggi.
ABOUTME
Periodista y comunicador politico que quiere aportar una vision diferente de la politica internacional en todos sus escenarios, fuera de las noticias mas publicadas en los medios clasicos. En activo desde diciembre de 2014, siempre estamos reinventandonos para ofrecer la mejor informacion y la mas interesante.
0 comentarios:
Publicar un comentario