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El año definitivo para Austria

Austria empezó 2016 con un presidente y un jefe de gobierno, y lo terminó con dos hombres completamente diferentes en ambos puestos. El país celebró el año pasado unas polémicas elecciones presidenciales cuya segunda vuelta hubo de repetirse y en las que finalmente triunfó el verde Alexander van der Bellen, deteniendo de esta manera el avance de la extrema derecha del Partido de la Libertad. También cambió el canciller, con la sustitución del socialdemócrata Werner Faymann por el empresario Christian Kern, miembro de su partido. 2017 se abre en medio de las especulaciones e incertidumbres respecto del importante cambio ideológico que se ha revelado en el país, y sobre el futuro del gobierno.

En Austria, las coaliciones para formar gobierno han sido muy habituales desde hace décadas. El primer gobierno que se constituyó tras la Segunda Guerra Mundial fue una unión entre socialdemócratas, conservadores y comunistas. En 1983, se llevó a cabo la primera coalición entre el Partido Socialdemócrata y el Partido de la Libertad, de ideología nacionalista y de extrema derecha. Desde 2006, sin embargo, existe una cierta estabilidad, con una gran coalición entre los dos principales partidos, y con la sucesión de tres primeros ministros, todos socialdemócratas, en los últimos 10 años. Tras la dimisión de Faymann, provocada por las muchas críticas internas a su gestión, dicha coalición se respetó, y el canciller elegido volvió a ser socialdemócrata.

Sin embargo, las últimas elecciones parlamentarias, que se celebraron en 2013, registraron un importante aumento de un partido que existía desde 1956, pero que sin embargo, ha experimentado un crecimiento exponencial en los últimos años: el Partido de la Libertad (FPÖ). La coalición entre socialdemócratas y conservadores estaba a salvo, pero la formación, con un discurso euroescéptico, populista y racista, empezaba a crecer mucho. Las encuestas sucesivas mostraban que este partido, liderado desde 2005 por Heinz-Christian Strache, estaba ganando en apoyo, y que podría ser competitivo en unas elecciones. El FPÖ no ahorró ningún tipo de crítica a la gran coalición que tenía enfrente, presentándose como la única alternativa viable al duopolio de las dos principales fuerzas.

El canciller austriaco, Christian Kern (a la derecha), y el vice-canciller Reinhold Mitterlehner (a la izquierda)

La magnitud real del crecimiento del FPÖ quedó clara en la primera vuelta de las elecciones presidenciales del 24 de abril de 2016. En ella, el candidato del Partido de la Libertad, Norbert Hofer, venció con un 35'1% de los votos, pasando a segunda vuelta con el verde Alexander van der Bellen, con un 21'3%. Los candidatos de los partidos del gobierno obtuvieron un resultado insuficiente, quedando por primera vez fuera del balotaje. Esto provocó la crisis del gobierno Faymann, y la caída del canciller, que había perdido el apoyo de sus compañeros. El SPÖ (Partido Socialdemócrata) se partió en dos. Toda la oposición se unió en torno a Van der Bellen, que consiguió finalmente ganar la segunda vuelta, imponiéndose a Hofer sobre la bocina, con un resultado de 50'3% frente a un 49'7%.

Sin embargo, se registraron algunas irregularidades en algunos puntos de votación, y tras una serie de impugnaciones llevadas a cabo por el FPÖ, el resultado de la elección fue anulado, y se convocó una repetición de la segunda vuelta para el mes de diciembre. Entre medias, ante el final del mandato de Heinz Fischer, se puso en marcha una presidencia interina formada por los tres presidentes del Consejo Nacional, uno de los cuales era Norbert Hofer, lo que provocó protestas en la campaña de Van der Bellen. Las encuestas a medida que se acercaba la elección mostraban un escenario de empate técnico, con ventajas sucesivas de los dos candidatos. El resultado de la elección fue de nuevo una victoria de Alexander van der Bellen, que aumentó su ventaja respecto del anterior resultado: un 53'8% de los votos a su favor, frente a un 46'2% de los apoyos que fueron a Hofer.

Pero este resultado que ha detenido temporalmente el avance de la ultraderecha en Austria no significa que el FPÖ no sea hoy por hoy el principal partido del país. Este movimiento que se extiende por Europa ha hecho cuerpo en Austria, y según las encuestas, si hoy se celebrasen elecciones parlamentarias, las ganaría el Partido de la Libertad. Solamente la renovación de la gran coalición para el nombramiento de Christian Kern como canciller detuvo el adelanto electoral, que podría haber generado un escenario en que tanto el presidente como el canciller perteneciesen a la formación euroescéptica. Todo puede ocurrir en los próximos meses, ante la enorme incertidumbre que se cierne sobre el país.

Los líderes del FPÖ, Heinz-Christian Sträche y Norbert Hofer

En abril de 2005, Heinz-Christian Sträche se hizo con el poder en el FPÖ. Para muchos, Sträche era el heredero del mítico Jörg Haider, durante muchos años líder de la formación, y cuando alcanzó el liderato del partido, empezó a proponer la puesta en marcha de medidas muy polémicas. Algunas de éstas fueron "Viena no debe convertirse en Estambúl", "en casa no al Islam", o "Pummerin (la campana principal de la catedral de San Esteban en Viena) y no muecín". El FPÖ ha asumido una retórica completamente contraria a los refugiados y en particular a los que profesan la religión musulmana que está teniendo un gran predicamento. Desde Austria, se está exigiendo la aplicación de políticas completamente restrictivas en materia migratoria, lo que provocó que el gobierno se comprometiera a la deportación de 50.000 migrantes sin permiso de residencia en los próximos cuatro años.

Austria no es un país que reciba un alto número de migrantes procedentes de países musulmanes. Uno de los grupos de extranjeros más numerosos es el de los turcos, con los que existe una gran rivalidad, y de los que a principios del año pasado había 116.026. Fuera de Europa, el país que más miembros aporta a la población austriaca es Afganistán, con poco más de 35.000 ciudadanos. Sin embargo, se ha generado la percepción de que Austria está bajo el ataque del islamismo, y la fortaleza del FPÖ, juntada a la debilidad de la gran coalición entre socialdemócratas y conservadores provoca que, si hoy se celebrasen elecciones, Sträche podría ser el próximo canciller austriaco.

El depositario último de todas las esperanzas de los opositores al FPÖ y de las instituciones europeas es Alexander van der Bellen, que tomará posesión como presidente de Austria el próximo jueves. El nuevo jefe de Estado tiene ante sí la obligación de hacer votos por la moderación. Será una prueba de fuego también para Christian Kern, que intenta estabilizarse al frente del gobierno, y que debe centrarse en sacar adelante medidas que aumente su popularidad de cara a las elecciones de 2018. Hoy por hoy, aunque gane el FPÖ, la actual coalición podría repetirse, aunque habría de evitarse en la medida de lo posible el triunfo del extremismo. Sea como sea, Austria entra en un año definitivo e impredecible que será clave para pronosticar el futuro inmediato de la política del país.

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Periodista y comunicador politico que quiere aportar una vision diferente de la politica internacional en todos sus escenarios, fuera de las noticias mas publicadas en los medios clasicos. En activo desde diciembre de 2014, siempre estamos reinventandonos para ofrecer la mejor informacion y la mas interesante.

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