Esta semana, de nuevo la
actualidad cambia el foco de esta parte del blog. El pasado lunes, falleció en
Montevideo a los 74 años uno de los autores más virtuosos e inteligentes de la
historia contemporánea, un auténtico maestro y sabio, Eduardo Galeano. No han
sido pocas las semblanzas que se han dedicado en los medios al escritor
uruguayo a su muerte, y tampoco han sido pocas aquellas personas que han
llorado su desaparición sin saber quién era, y sin haber leído nada de él. Podría
analizarse alguna vez el fenómeno de aquellas personas que en cuanto fallece
alguien famoso se declaran su mayor fan cuando el día anterior no sabían ni
quién era en algunos casos, pero éste no es el objetivo de este post, un
humilde homenaje a una figura fundamental de la cultura iberoamericana que no
dejó de trabajar hasta el último día de su vida.
Casi todas las crónicas escritas
en los últimos días al respecto de la envidiable carrera de Galeano han
incidido todas en un punto común, la anécdota ocurrida en 2009, durante el
transcurso de la Quinta Cumbre de las Américas, cuando el entonces presidente
venezolano Hugo Chávez regaló un ejemplar del libro más exitoso del autor
uruguayo, “Las venas abiertas de América Latina” al recién estrenado presidente
de los Estados Unidos a Barack Obama. Al autor, un hombre discreto, no le gustó
nada el detalle, a pesar de que, a raíz del regalo, el libro pegó una increíble
subida en los rankings de venta en Amazon, alcanzando la décima posición. Sin
embargo, hace un flaco favor a su memoria quedarse solamente con ese detalle
para resumir su vida.
Galeano fue un hombre de una
inteligencia prodigiosa, y la puso a trabajar para llevar a cabo el que fue su
principal libro, anteriormente mencionado, una precisa radiografía llevada al
campo de la economía política del continente americano con el paso de los
siglos que explicaba todo lo que había pasado en el siglo XX en la zona, y se
anticipaba en cierto modo a la eclosión de movimientos de izquierda populista
en la región. Con los años, renegó de su obra magna, puesto que su ideología
era de izquierda crítica, y entendía que la realidad que pintaba en su obra no
era la misma que la actual.
Su compromiso con las causas en
las que creía fue total y absoluto. Siempre tenía tiempo para la política. Así,
la semana pasada, fue uno de los firmantes de un manifiesto contra un decreto
de los Estados Unidos contra el gobierno de Venezuela por la represión en las
calles. Galeano era un referente para Chávez, y siempre insistió en que la principal
razón por la que habían surgido este tipo de regímenes tan criticados desde la
lontananza fue la existencia previa de otros regímenes con la vitola de
democracia y que se sustentaban en el caciquismo y en la desigualdad. Tal y
como señalaba un autor argentino, Eduardo Galeano, como otro compatriota suyo,
Mario Benedetti, o como Joan Manuel Serrat, formaban parte de la
intelectualidad de izquierda no encuadrada a la que todo el mundo seguía, porque eran figuras de referencia.
En la política de su país, fue represaliado por la dictadura, y se alió en 2004 con el oncólogo Tabaré Vázquez y su candidatura del Frente Amplio, que fue la que finalmente ganó las presidenciales. La relación personal entre los dos hombres no era perfecta, y pasó por sus altibajos, sin embargo, el año pasado, Galeano volvió a apoyar a Tabaré en las elecciones, ganadas otra vez por la coalición progresista. También mostró su acuerdo con el anterior presidente uruguayo, José Mújica. Los dos últimos presidentes uruguayos compartían una sincera admiración por un autor que era un tesoro nacional e internacional.
Otra de sus grandes pasiones era
el fútbol. También escribió libros sobre el balompié, una de las pasiones
nacionales de los países latinoamericanos. Su equipo era el Nacional de
Montevideo, rival a muerte del Peñarol, y equipo al que también apoyaba
Benedetti, uno de los conjuntos más importantes del país oriental. La importancia del fútbol en el país charrúa y en todo el continente fue analizada por la fina pluma de Galeano, que encontró algunas explicaciones antropológicas y sociológicas al respecto, aunque se vio superado por la realidad de este deporte, y por los valores inexplicables que se generan al respecto.
Eduardo Galeano era de Uruguay, uno de los países menos conocidos y estudiados de toda América Latina, pero a la vez uno de los más avanzados sobre todo en democracia y en integración a todos los niveles. Los expertos, cuando hablan de ese país, destacan la civilidad de esa política. Pero además de uruguayo, Galeano era un ciudadano del mundo, un hombre con una gran perspicacia y consciencia de todo lo que le rodeaba, que en sus escritos demuestra estar avanzado a su propio tiempo. Nunca se cortó a la hora de presentar sus opiniones aunque éstas no fueran del agrado de todos. Mantuvo su coherencia hasta el último momento de su vida.
Personalmente, siempre consideré a Eduardo Galeano como uno de los mejores escritores del mundo. Mi padre siempre le ha admirado, y por eso sus libros están desde siempre en mi casa. Recuerdo perfectamente, hace más de 10 años, un día en que mi padre compró un disco de Galeano, en el que leía algunos de sus textos, con su voz profunda y prácticamente hipnótica. Jamás olvidaré uno de esos relatos, corto pero inolvidable, con el que cierro este pequeño homenaje a un hombre inolvidable al que muchos echaremos de menos.
Un buen día, la alcaldía le encargó un gran caballo para una plaza de la
ciudad. Un camión trajo al taller el bloque gigante de granito. El
escultor comenzó a trabajarlo, subido en una escalera a golpes de
martillo y cincel. Los niños lo miraban hacer….
Los niños partieron de vacaciones, rumbo a las montañas o al mar; cuando regresaron, el escultor les mostró el caballo terminado.
Uno de los niños, con los ojos muy abiertos le preguntó:
- … pero como sabías que dentro de aquella piedra había un caballo?.
Los niños partieron de vacaciones, rumbo a las montañas o al mar; cuando regresaron, el escultor les mostró el caballo terminado.
Uno de los niños, con los ojos muy abiertos le preguntó:
- … pero como sabías que dentro de aquella piedra había un caballo?.
EDUARDO GALEANO
(1940-2015)
ABOUTME
Periodista y comunicador politico que quiere aportar una vision diferente de la politica internacional en todos sus escenarios, fuera de las noticias mas publicadas en los medios clasicos. En activo desde diciembre de 2014, siempre estamos reinventandonos para ofrecer la mejor informacion y la mas interesante.
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