Tras el terremoto político que surgió tras las pasadas elecciones al Parlamento Europeo, el mapa de la política ha cambiado, y formaciones que hace poco eran minoritarias o no existían protagonizan hoy las políticas de su país. El caso más vistoso fue el de Podemos en España, pero el fenómeno de los partidos alternativos centró la elección y hoy, las encuestas. Al mismo tiempo que la izquierda radical, creció, o más bien prolongó y confirmó un crecimiento un ala ultraderechista de la política, protagonizado por el UKIP británico, dirigido por Nigel Farage, y el Frente Nacional (FN) francés de Marine le Pen. Estos últimos ganaron las elecciones, desplazando al gobernante Partido Socialista (PS) al tercer puesto, y liderando por primera vez la lista de partidos.
El partido experimentó un importante cambio en 2011, cuando el presidente fundador, Jean-Marie, pasó el testigo a su hija Marine. El Frente Nacional nació en 1972 como una coalición de corte ultraderechista, y Jean-Marie le Pen fue su líder durante casi 40 años. El FN fue tradicionalmente un partido minoritario. En las presidenciales de 1974, cuando Valéry Giscard d'Estaing dio la vuelta a los resultados de primera vuelta y ganó a François Mitterrand, el FN fue la séptima fuerza, obteniendo un 0'8% de los votos totales. En las siguientes elecciones, vencidas por Mitterrand, no participaron, pero en las siguientes fueron creciendo hasta hacer historia en 2002, cuando Jean-Marie le Pen, con un 16% de apoyos, sacó 200.000 votos más que Lionel Jospin, candidato socialista, y logró entrar en segunda vuelta contra el presidente Jacques Chirac, y a pesar de caer derrotados por más de 60 puntos porcentuales, el FN batió sus propios récords.
Sin embargo, y aunque parezca paradójico dada la condicion ideológica del partido, la llegada de Marine le Pen al poder supuso un soplo de aire fresco para el partido. El cambio en la dirección era 'per se' una renovación, pero Marine fue capaz desde el principio de controlar el partido y actualizar su ideología. El FN seguía siendo ultraderechista, con postulados antisemitas y racistas, pero fueron capaces de aprovechar el enorme calado de voto que provenía del euroescepticismo y del descontento producto de la crisis económica. La nueva presidenta inició en 2011 un proyecto que ella misma llamó "desdiabolización", es decir, presentar al FN como un partido amable y con propuestas con las que gente alejada ideológicamente de la formación podía estar de acuerdo, sobre todo las referidas a una hipotética salida de Francia del euro.
La operación fue un éxito, y el FN se reforzó como tercer partido, desplazando a los centristas del MoDem y al Front de Gauche, coalición de izquierdas. En las presidenciales de 2012, entre François Hollande y Nicolas Sarkozy, el partido mejoró su resultado de diez años antes: 6 millones de votos, 2 más que en 2002, y un 18% de los votos. Las expectativas de las encuestas se mejoraron, y aunque no llegó a pasar a segunda vuelta, el resultado fue de una indudable importancia. Desesperado por intentar mantener el poder, Sarkozy intentó apelar al caladero de voto ultraderechista, sin éxito. En las siguientes elecciones, a la Asamblea Nacional, la formación confirmó su trayectoria ascendente, pese a que su mejor resultado en esa cámara había sido en 1997, con casi un 15% de los votos.
Desde 2012, y mientras la popularidad de los dos principales partidos cae en picado aún hoy, Marine le Pen aparece inmaculada y convertida en la primera política del país galo. El presidente François Hollande aparece ante la opinión pública como un tipo débil, el primer ministro Manuel Valls como un político duro, y el líder de la oposición, Nicolas Sarkozy, como alguien devorado por la corrupción. Sin embargo, Marine le Pen, sin la mancha de haber participado en ningún gobierno, ha conseguido capitalizar todo el descontento existente con la vieja político y con la austeridad europea para provocar que personas y grupos que a priori están en las antípodas ideológicas del FN consideren hoy seriamente votarla como presidenta en las próximas elecciones presidenciales, en 2017.
El gran éxito hasta el momento se ha producido, como se ha dicho, en las elecciones europeas, en las que el FN obtuvo la victoria sobre los demás partidos políticos, y pasó de 3 eurodiputados conseguidos en las elecciones de 2009 a 24. Marine le Pen lideró la lista electoral de su partido, que superó en 4 puntos a los conservadores de la UMP y en 13 al PS, en constante caída, pero que solamente perdió un eurodiputado respecto a las anteriores elecciones. El FN había estado liderando las encuestas desde el comienzo de 2014, sin embargo, finalmente triunfó. La victoria fue celebrada con enormes fastos, y Marine le Pen declaró que aquel era el comienzo de su victoria presidencial en 2017. Lo cierto es que actualmente, el FN está en horas bajas en el Parlamento Europeo, puesto que el grupo parlamentario de corte xenófobo del que formaba parte se rompió, y además la presidenta está siendo investigada por fraude en la contratación de ayudantes.
Sin embargo, y como es obvio, los principales partidos políticos temen al FN. Los resultados de las europeas y de las municipales colocaron una nueva escena en el tablero político. Muchas ciudades de medio tamaño de Francia pasaron a ser gobernadas por el FN, y pudieron ser más de no ser por el pacto republicano entre PS y UMP de dar consigna de voto por el candidato del otro partido que se hubiera clasificado para segunda vuelta. Conscientes de su nueva vocación como partido de mayorías, el FN ha empezado a plantear un discurso de proteccionismo económico, estatalismo, antiglobalización y antieuropeísmo que puede resultar muy goloso para un amplio sector de la sociedad francesa. Pero alguna vez, Marine le Pen se ha salido del marco y ha cometido errores en su comunicación, por ejemplo, tras la masacre del "Charlie Hebdo", propuso la reinstauración de la pena de muerte. Pero su liderazgo parece lejos de resquebrabajarse.
Hoy por hoy, según todos los sondeos, Marine le Pen se clasificaría a la segunda vuelta de las presidenciales de 2017, y tendría serias posibilidades de ganarlas. Muchos ven este escenario con horror, pero lo cierto es que ninguno de los potenciales candidatos del PS y de la UMP parece tener el empuje ni la retórica de la presidenta del Frente Nacional. Por una parte, es de esperar que si se llega a producir esa coyuntura, se produzca el mismo fenómeno que en 2002, cuando hubo un apoyo absoluto al conservador Chirac para impedir la victoria de la ultraderecha, pero por otra, una segunda vuelta entre Le Pen y Sarkozy, ambos odiados rabiosamente por la izquierda, sería incierta. En todo caso, y en el tiempo que resta para esa elección, Marine le Pen seguirá dando las batallas y luchando para que la marea "bleu Marine" del FN se extienda por toda Francia.
ABOUTME
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