En medio de la enorme calle londinense del Mall, a medio camino entre Trafalgar Square y el palacio de Buckingham, en la acera de la derecha, se encuentra una majestuosa estatua de mármol negro que representa al rey Jorge VI, sita en los jardines del palacio Carlton. Este monarca, popularizado recientemente por el film "El discurso del rey", con Colin Firth en el papel protagonista, fue determinante para salvar la monarquía británica cuando sucedió a su hermano, Eduardo VIII, tras su breve reinado marcado por su determinación por casarse con la ciudadana americana Wallis Simpson, doblemente divorciada, frente a la opinión de todos, y que finalizó con su abdicación, firmada el 11 de diciembre de 1936, menos de un año después del fallecimiento de su padre, Jorge V, tras lo cual heredó el trono. Como rey, Jorge VI superó sus problemas personales, y fue un líder carismático y respetado por su pueblo en los difíciles tiempos de la Segunda Guerra Mundial, y después. Su muerte, el 6 de febrero de 1952, en el palacio de Sandringham, mientras dormía, a los 56 años, fue una tragedia nacional y su funeral fue multitudinario.
Cuando murió el rey, su hija, la princesa Isabel, que había ido ganando protagonismo en los actos oficiales por la mala salud de su padre, se encontraba de viaje oficial en Kenia, durmiendo en una cabaña en lo alto de un árbol. Tenía 25 años al heredar el reino, como Isabel II. Comenzaban entonces más de seis décadas de reinado, al lado de su esposo, Felipe, duque de Edimburgo. Ha habido momentos difíciles, como en 1992, el 'annus horribilis' de la reina, con los divorcios de sus hijos Carlos y Andrés, así como el incendio de un ala del castillo de Windsor, o en 1997, cuando el cierre de filas tras la muerte de Diana de Gales en París provocó una gran crisis en la corona. Sin embargo, la reina siempre se ha repuesto, e incluso ha salido reforzada. Su figura es indiscutible. El pueblo la adora, y ella corresponde.
En 2012, la reina celebró su Jubileo de Diamante, esto es, sus 60 años en el trono. La monarca tiene hoy 88 años, parece haber heredado la longevidad de su madre, la Reina Madre Isabel, fallecida a los 101 años en 2002. Si sigue en el trono el 9 de septiembre de este año, Isabel II superará el récord establecido por su tatarabuela, la reina Victoria, en el poder durante 63 años y 7 meses. Pero la edad no perdona, y por ello, Carlos, príncipe de Gales, ha empezado a sustituir a su madre en los viajes más largos y cansado, como la propia reina hizo con su padre en los últimos tiempos de su reinado. Isabel II nunca ha pensado en abdicar, pero ya no es el todoterreno que era, y la constatación de que se ha entrado en el ocaso de su reinado ha provocado que los nervios se disparen en el palacio de Buckingham y en todo lo que rodea a la corona. Las dudas en la familia Windsor se han hecho cada vez más importantes, y ahora, cuando muchos consideran que queda poco para la sucesión, se recrudecen. Todos los ojos se ponen en el sucesor designado, el príncipe de Gales, Carlos, y en sus habilidades.
Carlos Felipe Arturo Jorge de Windsor, conocido mundialmente como Carlos, príncipe de Gales, nacido el 14 de noviembre de 1948 en el palacio de Buckingham, es el heredero a la corona desde hace 63 años, aunque fue coronado como tal en 1969 en una ceremonia protocolaria en el castillo de Caernarfon, en Gales, recibiendo la corona de príncipe de manos de su madre. El príncipe de Gales es el heredero europeo que más años lleva esperando a subir al trono de toda la historia, más de 6 décadas. Todo el mundo conoce a Carlos de Inglaterra, a través de las revistas del corazón, conocen de su boda de campanillas con lady Diana Spencer en la catedral de San Pablo, conocen a sus hijos, Guillermo y Enrique, conocen de sus infidelidades, de su separación y divorcio, y conocen de su segunda boda en el ayuntamiento de Windsor, en 2005, con su amante de toda la vida, Camilla Parker-Bowles. Sin embargo, cuando cada vez se acerca más a ceñir la corona, los británicos y británicas se dan cuenta de que no conocen a quien está llamado a ser el rey a medio plazo, no saben si está realmente preparado, ni si podrá continuar la edad de oro de la corona británica. Muchos consideran que Carlos de Inglaterra, que ha dejado caer su voluntad de llamarse Jorge VII en homenaje a su abuelo, no es más que un personaje del corazón, y de ahí al trono hay mucha distancia, y demasiado seria.
Por si todo esto fuera poco, la polémica aumentó la pasada semana cuando una biografía no autorizada del príncipe de Gales, llamada "Carlos: el corazón de un rey", sacó un buen número de trapos sucios sobre el heredero. Además de los detalles de cotilleo como que el príncipe no vive con su esposa, Camilla, o que estaba decidido a suspender su boda con la princesa Diana, el libro muestra una visión del príncipe Carlos bastante desconocida. Siempre según la periodista Catherine Mayer, autora de la obra, tanto la reina como el duque de Edimburgo tienen serias dudas sobre los valores de Carlos, que prioriza valores como la lucha contra el cambio climático o la protección de la naturaleza en vez de los que representan a su futura labor regia. El príncipe de Gales remodelaría el modelo de corona tradicional hacia un nuevo modelo basado en el estilo activista del que sería nuevo rey, y esto da mucho miedo entre los sectores más tradicionales de la monarquía, que temen otra crisis como la de 1936 que pueda poner en serio jaque a la monarquía británica. Para rematar, el libro deja caer que Carlos de Inglaterra no tiene ningún interés en suceder a su madre como rey, y prefiere dedicarse a causas humanitarias y filantrópicas mejor que a reinar. Esto abriría una situación muy complicada, y ya no se puede aplazar la situación 'sine die', porque la sucesión de la reina no está tan lejos ya.
Además de las dudas sobre el ascenso de Carlos de Inglaterra al trono británico, la Familia Real está teniendo que afrontar otra crisis, grave y cuyas ramificaciones no se conocen. El príncipe Andrés, duque de York, el hijo favorito de la reina, ha sido acusado de violar a una joven hace unos años. El escándalo fue creciendo cual bola de nieve, hasta el extremo de que personal cercano a la reina se vio obligado a llamar a los directores de los principales periódicos británicos para que minimizasen el impacto del escándalo. Buckingham lanzó una serie de comunicados para exonerar al príncipe, que en el foro de Davos, el 22 de enero, desmintió las acusaciones. Sin embargo, los abogados de la mujer, Virginia Roberts, han retado al duque de York a que niegue esas acusaciones bajo recomendaciones. Este escándalo da al traste con la enorme campaña de imagen que el príncipe Andrés llevó a cabo durante la última década, precisamente para acabar con el concepto de mujeriego que muchos tenían de él. La reina Isabel II, una experta en conseguir que los escándalos que rodean a la familia no lleguen al núcleo más íntimo, a la corona, deberá hacer el máximo esfuerzo para intentar proteger a su hijo por una parte y para procurar que la imagen de la corona no quede dañada en exceso por este caso tan desafortunada.
Aunque hay un motivo de esperanza para los monárquicos más puristas: el duque de Cambridge, Guillermo, hijo mayor del príncipe de Gales, que gana enteros para poder convertirse en rey antes que su padre. El duque siempre ha llevado una vida ordenada, al contrario que su hermano Enrique, y maduró de golpe cuando su madre, Diana, murió una noche de 1997 en un accidente de tráfico en el túnel del Alma, en París. Ha sido aviador en la RAF, y siempre ha huido de los escándalos. En 2011, contrajo matrimonio con su novia de toda la vida, Kate Middleton, en una bonita ceremonia en la abadía de Westminster, y dos años después, nació su primer hijo, el príncipe Jorge. El matrimonio está esperando su segundo hijo. Al contrario que su padre, Guillermo, cuyo nombre real podría ser Guillermo V, está visto por todos como un rey tradicional y que representa los valores defendidos por su bisabuelo y su abuela. Por ello, hay toda una corriente popular que sugiere que el príncipe de Gales debería renunciar a la corona en su nombre, y dedicarse a la filantropia y a sus aficiones preferidas, y ceder el paso a su hijo. Hay que considerar todos los escenarios posibles, todos los observados anteriormente, así como una eventual abdicación de la reina, algo que siempre se ha descartado, pero que algunos han sugerido. Queda por ver todo lo que ocurra.
Todavía en el Mall, al lado izquierdo, se encuentra el bellísimo Saint James' Park. Se trata de un idílico lugar, un pulmón verde en el centro de Londres, cercano a otro de los grandes parques de la urbe, el Green Park. Su historia se remonta a 1532, cuando el rey Enrique VIII lo compró. Su principal reforma se produjo en el siglo XVIII. Está lleno de patos, y tiene un enorme estanque. Si uno se sienta cerca del estanque, preferiblemente en el suelo, podrá disfrutar de incomparables vistas al balcón del palacio de Buckingham. Allí, en todas las ocasiones importantes de la Familia Real, los seis reyes que han vivido en él, desde la reina Victoria hasta Isabel II, pasando por los dos Eduardos y los dos Jorges, han salido a saludar a su pueblo a ese gran balcón, al que un día cada vez más cercano saldrá el nuevo rey. La duda es si se llamará Jorge VII o Guillermo V.
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